Pablo Tallón carga contra 'influencers' como The Grefg: "La redistribución de la riqueza no puede quedar en manos de la burda demagogia"

Madrid

Una sociedad sana debe mantener siempre un espíritu crítico y vigilante hacia sus gobernantes, hacia sus instituciones, hacia las organizaciones que reciben dinero público, pero hay una diferencia notable entre esta imprescindible fiscalización y caer en la demagogia y el populismo que acaban alimentando la anti política y el anti todo lo establecido.

Y digo todo esto porque durante la tragedia de Valencia escuchamos a varios influencers de extrema derecha acuñar aquello de “solo el pueblo salvará al pueblo”, dando a entender que las administraciones no iban a prestar la ayuda necesaria, y no solo eso, sino que algunos también se dedicaron a desacreditar con bulos a entidades como Cruz Roja o Cáritas.

En aquellos días surgieron infinidad de iniciativas, algunas seguro que muy valiosas, otras seguro que no tanto; algunas de buena fe, otras con una finalidad más bien propagandística por parte de quienes la promovían, y también surgió el debate de si esta solidaridad retransmitida al minuto a través de las redes sociales era realmente solidaridad o, sencillamente, contenido para sus respectivos canales.

Hoy lo que les estamos avanzando en la SER, lo que les está contando nuestro compañero Adrián del Pozo, es que tres figuras muy seguidas por los jóvenes en redes, The Grefg, David Aliagas y Violeta Ferrer, recaudaron, cada uno por su cuenta, más de 900.000 euros para ayudar a los damnificados y que, 6 meses después de la DANA, estos afectados no han recibido ni un solo euro, porque, al final, repartir estas cantidades de dinero no es como repartir publicidad a la puerta del metro… hay que hacerlo bien, con ciertos controles y eso quien sabe hacerlo son oenegés como el Banco de los Alimentos, o como las entidades que citábamos antes.

E insisto, no critico la solidaridad espontánea, faltaría más, sino discursos como el de The Grefg, que en su día aseguró que las donaciones estarían mucho mejor en sus manos que en la de las organizaciones tradicionales porque él sí que lo utilizaría para productos de primera necesidad. El mismo The Grefg que se jactaba de haberse mudado a Andorra para pagar menos impuestos, un mensaje peligrosísimo y que puede calar entre muchos jóvenes.

Pues bien, 6 meses después, más allá de los discursos fáciles, déjenme que les exponga tres realidades: la primera, que el Gobierno de España ha distribuido ya más de 5.000 millones de euros en ayudas para la DANA, un dinero que sale, precisamente, de los impuestos, que no existiría si todo el mundo tributara en Andorra; la segunda, que entidades como Cáritas ya han repartido todas las donaciones que recibió; y la tercera, que, meses después, estos influencers que lo sabían hacer mejor que nadie han sido incapaces de repartir los más de 900.000 euros que recaudaron para necesidades urgentes.

En definitiva, tres datos que, situados uno detrás de otro, demuestran que hay que pagar impuestos, que la redistribución de la riqueza y la solidaridad no pueden quedar en manos de la buena fe, la voluntariedad, lo que cada cual decida libremente aportar ni tampoco en manos de la burda demagogia, aunque sea aplaudida por miles de personas.