Torrijas, el pueblo mínimo que resucita en Semana Santa: "No tenemos ni Ayuntamiento"
Con solo 38 habitantes censados, Torrijas se llena de vida en Semana Santa haciendo honor a su nombre. Su alcaldesa, Inés Villarreal, nos invita a descubrir este enclave único de la sierra de Javalambre

La Ventana a las 16h | Torrijas en Teruel
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Madrid
«Vaya torrija llevas». Esta frase hecha, cuyo origen se remonta a tomar el postre típico de esta época con vino, se usa cuando alguien está somnoliento o despistado. Sin embargo, para 38 habitantes de un pueblo de Teruel, puede ser la razón de su propio gentilicio. Y es que Torrijas es un pequeño municipio de Teruel que, además de despertar la curiosidad por su nombre —“sí, muchas veces nos preguntan si aquí hay torrijas”, ha bromeado en La Ventana su alcaldesa Inés Villarreal—, guarda auténticas joyas patrimoniales y naturales en pleno corazón de la sierra de Javalambre.
La localidad multiplica su población en fechas señaladas como la Semana Santa, cuando familiares y visitantes regresan para disfrutar de las celebraciones y del encanto rural. "Entre casas rurales, los hostales y las propias familias en sus casas, estaremos 200 personas. Es un pueblo muy pequeño, pero lo maravilloso es venir a ver el entorno. La iglesia es del siglo XVIII, o la lonja del mercado, pero lo bonito es el entorno, las sendas, irte de paseo a las fuentes", ha explicado Villarreal.
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El casco urbano de Torrijas gira en torno a su plaza principal, donde se alzan la iglesia barroca de San Cosme y San Damián —con una tabla de la Sagrada Familia del siglo XVI en su interior— y el ayuntamiento de tres plantas con lonja abierta. En la entrada al pueblo, destacan la ermita de Santa Catalina y la de Margarita, también conocida como de las Navas.
Más allá del núcleo urbano, el paisaje escarpado regala vistas de montaña que superan los 1.900 metros de altitud. En su entorno, además, se encuentran varias fuentes naturales como la del Pino, del Santo o la de la Salud, a la que se le atribuyen propiedades medicinales.
Villarreal es nieta de torrijanos, igual que su madre, que emigró a Valencia. Volvió a sus raíces hace 15 años y terminó siendo alcaldesa. "Somos una familia grande para lo bueno y para lo malo. Una de las cosas es que no tenemos Ayuntamiento como tal, tenemos un concejo y todos los vecinos pueden venir a votar todo lo que hacemos en el pueblo. Recomiendo venir, pero hay que ser consciente de donde vas. Hay pocos servicios: tienes una tienda para lo básico, pero no un supermercado, hay un bar. No tienes las comodidades de la ciudad, pero tiene otros encantos. No hacemos colas, por ejemplo", ha finalizado entre risas.

Álvaro García-Dotor
Periodista cultural. Redactor en La Ventana.