El regalo de Maruja Torres a todos los oyentes de la SER por Sant Jordi

Madrid

Aquí va un relato:

En el insomnio recuerdo de repente un nombre. Lo recupero. Fue alguien que se cruzó en mi vida durante una semana, un breve encuentro en un país lejano. Una historia sin historia. Con risas, goces, pensamientos en común, visitas guiadas, caricias furtivas en mezquitas. Un hola, qué bien mientras tanto y adiós. Sabemos cómo nos llamamos, pero ignoramos quiénes somos. Olvidaremos cómo nos llamamos. Ésa era la gracia.

Borrado el nombre, hundido en el fondo del cofre de mi memoria, pero no para siempre. Súbitamente aflora y con mi rescate en la proa navego por el insomnio de Internet. Googleo y descubro que murió. Averiguo también que deja detrás una obra curiosa, algo que nunca sospeché pese a saber que era persona erudita. No sé por qué me entra en la noche el deseo de resurrección inspeccionando sus huellas. ¿Qué otra forma mejor? El ser humano que fue se va poniendo en pie de nuevo, junto con el recuerdo del caviar que comprábamos en una embajada y de las mañanas con cama y champán.

No hay mejor historia que la que escribimos sin pretenderlo, aquella que nos llega de forma inesperada y que nos convierte en momentáneos protagonistas de una cápsula del pasado. Planteamiento: alguien que no puede dormir. Nudo: dos seres disfrutando de todo y de sí mismos, décadas atrás. Desenlace: si te he visto no me acuerdo, pero un día te repescaré; ahora lo hago. Epílogo, esto de hoy. Feliz Sant Jordi y felices lecturas.