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El profesor sustituto, la nueva figura precaria en auge en las universidades públicas

Docentes y sindicatos explican a la SER que las universidades públicas están pervirtiendo esta figura docente con contratos a tiempo parcial para evitar la vinculación permanente. Un 40% del personal docente en la educación superior pública tiene contratos inestables

Clase en una universidad pública / Cadena SER

Clase en una universidad pública

Madrid

En marzo de 2023, hace justo dos años, el Gobierno aprobaba la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) con la que pretendía, entre otras cosas, poner coto a la precariedad laboral en las universidades públicas, que hasta ese momento especialmente se hacía centralizado en la figura del profesor sustituto y en una alta temporalidad de buena parte del personal docente.

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Dos años después, esa precariedad persiste. Según los últimos datos oficiales del ministerio que dirige Diana Morant, el 40% de los docentes de las universidades públicas no tienen una vinculación permanente con el centro en el que desempeñan su actividad profesional, es decir, tienen contratos a tiempo parcial e inestables.

Dos años después, el 32% de este personal docente está contratado bajo la figura de profesor asociado aunque los contratos de este tipo se han reducido en más de dos mil, a raíz de que la LOSU marca que deben ser contratos indefinidos y a tiempo parcial. Sin embargo, en paralelo a esta bajada, hay una figura en auge, que creó la propia ley, la del profesor sustituto.

Estos contratos se han incrementado en un 5% con mas de 1.450 docentes bajo este paraguas laboral. A diferencia de lo que ocurre con el profesorado asociado, el sustituto no necesita tener otra actividad laboral fuera de la universidad para poder acceder a la bolsa de contratación. "Es la nueva figura de la precariedad que está emergiendo en la universidad", explica Álvaro Briales, profesor ayudante doctor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

"Muchos de los profesores que estaban como asociados están pasando a sustitutos y mucha gente joven que quiere hacer méritos en la universidad está entrando a través de este tipo de contratos", continúa. Briales está convencido de que en esta figura se va a centrar la precariedad en los próximos años. Su compañera de la UCM, Cristina Mateos, profesora asociada en la Facultad de Ciencias de la Información, coincide con esta perspectiva. "Es el mismo patrón que se ha seguido con los asociados", asegura, y cuenta el caso de un compañero sustituto que cobra poco más de 400 euros al mes.

"Trabaja en dos universidades con muchísima presión y carga laboral". Melani e Ibón, profesores en la Universidad de Valencia y en la Politécnica de Barcelona respectivamente, también lo afirman. "La figura del sustituto está siendo peor que la de asociado", sentencia Melani, "no se está aplicando a tiempo completo, se está contratando a tiempo parcial a los antiguos becarios o aquellos que no tienen otro trabajo fuera".

La figura del profesor sustituto es la primera puerta que hoy se encuentran los jóvenes que quieren desarrollar una carrera en la universidad pública. "Trabajan a tiempo parcial para ir acumulando méritos", explica Melani.

Un hastío evidente

El hastío de los profesores que han pasado por los contratos más precarios de la universidad es evidente en cada una de las conversaciones que hemos mantenido. Mateos lleva cinco años y medio en la Complutense cobrando un salario de 866 euros, que complementa con su trabajo como consultora. Va y viene de Zamora a Madrid casi a diario porque no puede mantener una vivienda en la capital. "Entre ambos empleos mi salario no es un salario digno para la cantidad de trabajo que realizo", cuenta, "así que si este año no consigo la plaza dejaré la universidad definitivamente".

Juan José tiene un hijo enfermo de cáncer y es el único que trabaja en casa. Lleva varias décadas, desde 1998, como profesor asociado en una universidad pública, un trabajo que compagina con su puesto de profesor en un instituto y por el que cobra unos 500 euros mensuales. "Es una ayuda simplemente para gastos, porque no nos vamos a hacer ricos ni mucho menos con este sueldo de la segunda actividad", asegura.

Álvaro entró en la universidad muy joven y ha tardado años, hasta cumplir los 40, en conseguir un contrato de profesor ayudante doctor por el que cobra 1600 euros. Antes, estuvo trabajando en otras universidades. "Hubo un momento en que yo tenía tres contratos al mismo tiempo, el de mi trabajo principal y otros dos de profesor asociado", explica.

Melani, profesora ayudante doctora en Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia, ha pasado por infinidad de figuras laborales: "empecé en 2011 como investigadora predoctoral, después estuve un año en paro sin cobrar prestación y desde 2016 encadené una serie de contratos hasta hoy. He sido técnica superior de investigación de proyectos, profesora asociada, investigadora contratada y finalmente gané la plaza actual", afirma.

A la precariedad que ha mantenido la LOSU en el sistema universitario español, se añade otro problema no menor: el envejecimiento del profesorado. Casi el 17% de los docentes de la pública está en proceso de jubilación; un porcentaje que llega al 36% en el caso de los catedráticos. Solo 8 de cada 100 profesores a día de hoy tiene menos de 35 años en las universidades públicas.

 

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