Lo primero en un apagón

Madrid

En solo 24 horas lo peor del apagón estaba ya bajo control. Funciona la electricidad, funcionan las comunicaciones telefónicas y de internet, y funciona el transporte: por carretera, bien; por avión, bastante bien; por tren, a medias, muy desigualmente, va por barrios. Es algo muy diferente a lo que sucedió en Texas, en 2021, cuando un duro acontecimiento climático dejó a la población a oscuras y aislada, durante dos semanas.

Igual es que esta vez la actuación de las autoridades, empresas y organismos para reponer los suministros caídos ha resultado eficaz. Y desde luego, la serenidad y entereza de los ciudadanos han sido formidables.

Aunque hay algo que todavía falla y debe mejorarse: la información de proximidad y detallada a los usuarios, aunque solo se les pudiera decir que todavía no se les podía fijar la hora de su tren o si había transporte alternativo. Esta es la información más útil en una crisis tan repentina y tan general: y si no se dispone de ella, lo que es normal cuando todos los sistemas se caen, entonces hay que organizar medidas de acompañamiento mientras dure la excepcionalidad: alimentación, bebida, cama.

Ahora viene el debate político, de hecho ya apuntó ayer mismo, vaya qué prisas. Tengamos claro qué es lo más urgente en una catástrofe, sea un apagón, una dana o una epidemia. Lo primero es el qué , resolver el problema que se ha presentado: recuperar la normalidad, que debe ir acompañado de la información útil sobre cómo organizarse. Lo segundo es el por qué: las causas del problema, que a veces tardan en saberse. Y lo tercero es quién ha sido el responsable, si es que ha habido responsables humanos, y exigir respuestas. Invertir el orden empezando por buscar culpables es desordenar la lógica. Es una estupidez.