Los papeles de los zapatos
"A Machado, la ciudad que soñó se la alejaron tanto que nunca llegó a ella"

Barcelona
Todos tenemos un papel en la vida. Yo he tenido dos desde niño. Uno en cada zapato. El papel de dentro de los zapatos era aún mejor que los zapatos en sí. Únicamente andar descalzo igual que los santos, o como Kung Fu, resulta aún más conmovedor que un par de zapatos. Por ejemplo, todo el mundo cree que lo más genuino de Tom Waits es esa voz que tiene como en ruinas, pero Tom Waits no sería nada sin sus botas rajadas. Los zapatos de Tom Waits recuerdan a su voz, porque la voz son los pies de las ideas. Vamos a donde nuestros pies nos llevan, pero llegamos a donde llega nuestra voz. Por eso en Antonio Machado los zapatos son un artículo de primera necesidad. Lo mismo que en las iglesias se encuentra un pueblo que camina, en Machado hay un caminante que hace camino al andar en busca de otra ciudad que no se acaba. ¿A qué sitio iría el poeta? La ciudad de Antonio Machado estaba más lejos que la ciudad convulsa de San Agustín. A Machado, la ciudad que soñó se la alejaron tanto que nunca llegó a ella. Y por este motivo, Antonio Machado yace enterrado fuera de Sevilla, fuera de Madrid, fuera de Soria, fuera de Baeza, fuera de Segovia y fuera de Barcelona, expulsado de todas las ciudades que alguna vez habitó. Y también expulsado de su país para la eternidad. Lo mismo que los ojos de Antonio Machado arden en las noches de verano, los zapatos de Machado ardían de literatura. Todo esto es para decir que cada vez que me compro unos zapatos, me lanzo a buscar los papeles arrugados que han metido dentro. Los ponen los fabricantes para que el calzado no se deforme, pero parece que hayan querido gastarte una broma. Machado se fue al exilio con un papel arrugado en el bolsillo donde apuntó sus últimos versos. Un papel y unos zapatos, con eso basta cuando la realidad no es virtual.




