El caso de la palmera de cola de pescado y las plantas que domestican hormigas
Es fascinante ver cómo las plantas se comunican con los animales, incluidos nosotros

El caso de la palmera de cola de pescado y de la planta que domestica hormigas
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Madrid
Hace unos días contamos cómo las flores del castaño de Indias avisan a los insectos polinizadores de cuándo sus flores están recién abiertas y tienen mucho néctar y de cuándo las flores ya son viejas y no tienen néctar.
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Es fascinante ver cómo las plantas se comunican con los animales, incluidos nosotros. Es algo que hemos olvidado, pero nosotros también tuvimos que aprender qué manzanas son las que están maduras, por ejemplo, fijándonos en su color. Si en el mismo árbol vemos una manzana verde y otra roja, vamos a coger la roja, desde luego, porque es la que tendrá un sabor más dulce, porque está madura. Es una señal que las plantas emiten, es un lenguaje que interiorizamos desde niños.
El caso de las palmeras de cola de pescado
Hay muchos casos de esta comunicación entre las plantas y los animales, de la interacción que ocurre entre el reino de las plantas y el reino de los animales. Hay una fascinante de las palmeras de cola de pescado (Caryota spp., como Caryota urens o Caryota mitis).
Estas palmeras del Asia tropical tienen unas enormes hojas compuestas a su vez por muchísimas pequeñas hojitas o foliolos. Su nombre popular de palmera de cola de pescado es precisamente por la forma que tienen esos foliolos.
Pues bien, cada uno de estos foliolos termina de forma abrupta y discontinua, como si alguien se hubiera dedicado a romper de mala manera una a una todas esas hojuelas. Según se dice, la señal que quiere transmitir la planta es que no es comestible, que algún animal herbívoro llegó a ella y que empezó a comerla, pero que no se la terminó de comer: es decir, que puede resultar tóxica. De hecho, es una planta tóxica, así que con esta señal ya avisa de antemano a los herbívoros.
Las estrategias para seducir
Ocurre con muchas orquídeas (familia orquidáceas}. Por ejemplo, hay bastantes orquídeas, repartidas por todo el mundo, cuyas flores imitan a las hormonas sexuales femeninas de ciertos insectos, para atraer a los machos de ciertas abejas o de avispas. Así, los machos de estos insectos van de flor en flor de orquídea, polinizando una tras otra. Un caso de engaño de libro, vamos.
Los frutos
Los frutos son otra de las maneras que tienen las plantas para domesticarnos a nosotros, los animales. Cuando un árbol genera un fruto dulce, jugoso y nutritivo, lo que quiere conseguir no es paliar el hambre de la humanidad, sino propagar su especie.
Entre medias de su pulpa estarán las semillas, que conseguirán viajar lejos de la planta madre para extender su genética. Suelen tener semillas duras y resistentes a los ácidos estomacales de los herbívoros o de las aves, para así efectuar una salida del cuerpo del animal sin daños en el embrión.
El caso de las plantas que domestican a las hormigas
Hay un caso muy común que podríamos encontrar por muchas regiones de toda España estos días. Se trata del caso de la celidonia (Chelidonium majus). Esta planta, de la familia de la amapola, es una gran belleza hecha hierba silvestre. Tiene unas hojas preciosas, de un color maravilloso, y unas flores amarillo oro.
La gente la reconoce muy bien porque, cuando rompes cualquier hoja, sale una savia de color naranja intenso. Incluso se utiliza con muchas finalidades medicinales.
Pero vamos al tema de cómo la celidonia domestica a las hormigas. Cada una de sus semillas tienen adherida un apéndice carnoso muy rico en lípidos y en almidón: el eleosoma.
Este eleosoma vuelve locas a las hormigas, que recolectan estas semillas y se las llevan al hormiguero, donde sirve de alimento a sus larvas. Después de comerse el eleosoma, desechan la semilla en otras cámaras, o se la llevan fuera, o incluso las utilizan como material de construcción de sus hormigueros. De esta forma, a la semilla de celidonia solo le queda germinar.
La planta madre consigue así que sus hijas germinen lejos. Se tiene constancia de hormigas que se han llevado las semillas hasta a 80 metros de distancia con respecto a la planta madre, todo un éxito para extenderse.
Dejo un último dato: hay científicos que dicen que las hormigas llevan las semillas a la cámara de las larvas porque esas semillas imitan el olor de las larvas de hormigas. ¿Cómo te quedas?
La estrategia de las plantas carnívoras
No siempre quieren matar a los insectos. De hecho, el otro día estuve mirando nuestras Venus atrapamoscas (Dionaea muscipula), las típicas plantas carnívoras de toda la vida. Se trata de esa especie que seguramente que los oyentes habrán visto muchas veces en los centros de jardinería y en las floristerías, con hojas transformadas en trampas que parecen bocas con dientes muy finos en los bordes, y que en cuanto cae un insecto en ellas se cierran rápidamente.
Nosotros tenemos una maceta con varias de estas Venus atrapamoscas en la terraza, y varias de ellas comienzan a florecer. Una cosa curiosa es que es una flor a la que le gusta ser polinizada por insectos, prefiere fecundarse con polen de otros ejemplares.
Entonces, ¿cómo consigue que esos insectos no sientan la tentación de caer en sus bocas dentadas? Pues muy sencillo: sus bonitas flores blancas de cinco pétalos crecen en la punta de unos tallitos florales muy largos, para mantener muy alejada la flor de las trampas mortales. De esta forma los insectos fecundan las flores y evitan la tentación de caer en sus fauces.
Guías de néctar
Las plantas generan adaptaciones para atraer a los insectos, para resultar atractivas a los insectos polinizadores. Una muy frecuente tiene que ver con las líneas de néctar de las flores. Como se sabe, la visión de cada animal es dïferente, no todos observan el entorno de la misma manera que nosotros, los seres humanos.
En el caso de muchos de estos insectos polinizadores, se dice que ven la vida con el añadido de una visión sensible a los rayos ultravioleta.
Eso hace que muchas flores hayan generado lo que se llama guías de néctar. Estas guías son como un anuncio de neón que tienen muchas flores para llamar la atención de los insectos y encaminarles hacia donde tienen mayor cantidad de néctar.
De esa forma, les facilitan la llegada hasta ese líquido azucarado. Uno que me gusta mucho es el patrón de la verónïca (Veronica persica), una pequeña flor azul encantadora. Todos sus pétalos están trazados con unas líneas muy finas de color azul más oscuro, que dirigen al insecto hacia la base de sus pétalos, donde están los nectarios con el néctar, dispuestos a alimentar a quien venga a visitarla.
Plantas que no necesitan a los animales
Hay flores que no necesitan de los insectos para polinizarse. Esto ocurre, por ejemplo, con la inflorescencia de las gramíneas (familia de las poáceas} o con la flor del llantén mayor (Plantago major), por ejemplo. En estos casos, la parte masculina cuelga de la inflorescencia, a la espera de que el aire mueva sus estambres y así el polen pueda volar por el aire.
Evidentemente, esta es una polinización menos especializada, porque ha de recurrir al azar para que ese polen, masculino, llegue a un estigma, la parte femenina, y así ocurra la polinización.

Severino Donate
Llegó a la SER en 1989. Ahora hace reportajes.




