Valeria Pivato y Cecilia Atán: "El cine se está convirtiendo en un artículo de lujo en Argentina"

"Somos voz para un cine que sufre". Las directoras argentinas Valeria Pivato y Cecilia Atán responden, de esta manera, al valorar la situación de la industria cinematográfica en su país. En la actualidad, Argentina se enfrenta a un nuevo paradigma político que ha paralizado el sector desde hace ya un año y medio. El Instituto de Cine (INCAA) ha retirado todas las ayudas públicas para la producción y promoción de películas. Apuntan que "el cine se está convirtiendo en un artículo de lujo" ya que solo las productoras privadas pueden estrenar sus títulos. Pese a esta situación, las directoras estrenan La llegada del hijo, una coproducción española, aprobada en la anterior legislatura argentina, que cuestiona los límites de la maternidad y el concepto de perdón y la sanación.

La película es la segunda vez que Pivato y Atán trabajan, mano a mano, en la industria cinematográfica. "Tenemos claro que un proyecto siempre es la suma de las partes", afirma Pivato. Ambas comprenden un universo donde lo colectivo tensiona la verticalidad de la industria en un proceso creativo y de dirección que se aleja de la figura de un único director o genio cinematográfico.

Pivato relata que les interesaba "ampliar el enfoque de los modelos de maternales" que se representan en el cine y en todo el aspecto cultural. La película cuestiona los límites de la maternidad y el amor incondicional de una madre. Escenas y planos intimistas con una atmósfera, en ocasiones, oscura que reflejan el abismo y los puntos de no retorno en las relaciones familiares.

La actriz Maricel Álvarez, da vida a Sofía, una madre que debe enfrentarse sola a la crianza de su hijo, rompiendo con los modelos tradicionales de maternidad. El caos se apodera de su vida cuando una lluviosa noche detienen a su hijo Alan (Angelo Mutti). Le acusan de provocar un accidente de tráfico en el que ha fallecido una mujer. Este hecho despierta una atmósfera de intriga en el largo.

Su madre debe enfrentarse a una fuerte desconexión emocional y a su propia fragilidad. "Surge un abismo entre los dos personajes y un gran interrogante: ¿Es posible reconstruir un vínculo amoroso después de haberse hecho, de forma mutua, un daño tan profundo?, explica.

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Con este punto de partida la película se desarrolla en dos tiempos: un presente marcado por la salida de su hijo de prisión y las evocaciones de la tragedia del personaje de Sofía. Teresa Font, habitual del cine de Almodóvar, se ha puesta al frente del montaje de un proyecto donde, poco a poco, se va entendiendo qué sucede en esa familia.

La tragedia provoca que se difumine la confianza maternofilial y que se cuestione el amor idealizado que se supone que debe tener una madre por las estructuras sociales. Sofía necesita respuestas para aclararse como madre y mujer. "En ese entender cómo pasó descubre que ella también cometió errores y se da cuenta de los aspectos tóxicos de ambos personajes", apunta Álvarez.

La película también explora los distintos modelos de maternidad, su herencia generacional y las presiones que moldean los roles femeninos. En esta ocasión, el personaje de la abuela condiciona el comportamiento de la protagonista cómo. Álvarez recalca esta realidad y construyó desde este punto su personaje. "Sofía es hija de esta madre y hereda sus mandatos. Le pesan todas sus imposiciones y quiere satisfacer a una madre que nunca va a estar contenta con los comportamientos de ella misma", expone.

El reparto lo completa Greta Fernández. "Mis partes eran lindas de trabajar y, a diferencia de otras películas en las que he participado, no tenía que atravesar momentos dolorosos", relata la actriz catalana quien da vida a una misteriosa y enigmática secundaria clave para el desarrollo de una trama que invita a reflexionar, más allá de la cara oculta de la maternidad, de la importancia de la búsqueda personal y de aprender a sanar heridas que llevan tiempo sin sanar.