'Aguas de primavera', una novela sobre el primer amor y las malas decisiones

Iván Turguénev nació en el Imperio Ruso, en 1818 y murió en Bougival, en Francia, en 1883. Fue considerado el más europeísta de los narradores rusos del siglo XIX. Es el autor de 'Primer amor', 'Padres e hijos', 'Memorias de un cazador', 'Diario de un hombre superfluo', 'Humo' o 'En vísperas', entre otras.

'Aguas de primavera' fue publicada en 1872 y se convirtió en un éxito inmediato. Es una novela sobre el primer amor, pero nos habla también de la pérdida de la inocencia, y de las decisiones erróneas que se toman en la vida. Es una novela deliciosa, tierna, moderna y muy sorprendente. Y tiene, en mi opinión, uno de los personajes femeninos más sorprendentes de esa época.

Las seis novelas que Iván Turguénev escribió a lo largo de su carrera literaria estuvieron marcadas en mayor o menor medida por la necesidad de exponer las preocupaciones sociales de su tiempo, de plasmar la situación política de su país, de dibujar a los representantes de las viejas y nuevas ideas que colisionaban en la sociedad; en cambio, en sus relatos y novelas cortas –nouvelles–, liberado de esta necesidad de reflejar las polémicas del momento, el autor ruso se centró en aspectos más universales, en los grandes temas de la vida, a los que volvía una y otra vez en sus escritos: la añorada juventud, el rápido paso del tiempo, la solitaria vejez, el miedo a la muerte y, muy especialmente, el amor, casi siempre trágico, truncado por el destino o por una decisión fatal. 'Aguas de primavera', probablemente la nouvelle más célebre de Turguénev junto a 'Primer amor', encaja bien en este esquema.

El autor ruso dijo de 'Aguas de primavera': “Todo en esta novela es verídico. Lo he vivido y padecido personalmente. Es mi propia historia”.

Turguénev empezó a escribir 'Aguas de primavera' a mediados de 1870 y no la terminó hasta finales de 1871. Lo que el autor pensaba acabar rápidamente, le «costó un trabajo endiablado», y sabemos por su correspondencia que tuvo que reescribirla tres veces. Publicada en la revista de San Petersburgo “El Mensajero de Europa”, en el número de enero de 1872, Turguénev esperaba con gran inquietud desde París noticias de su publicación, porque dudaba de si sería bien acogida por la crítica y el público ruso: “Es poco probable que mi nouvelle guste: se trata de una historia de amor [...] en la que no hay alusiones a la sociedad, a la política ni a la actualidad. Si me equivoco, tanto mejor”.

Aguas de primavera tuvo un éxito inmediato entre los lectores, pero la mayor parte de la prensa rusa la recibió con hostilidad. Las traducciones de “Aguas de primavera” al francés, inglés, italiano, alemán, danés y polaco no tardaron en aparecer. El éxito de la obra fue inmenso, y “Aguas de primavera” se convirtió desde su publicación en una de las obras más leídas de Turguénev entre el público europeo. Gustave Flaubert le escribió a su gran amigo Turguénev: “Quiero decirle que he leído Aguas de primavera [...]. Es la historia de todos nosotros, ¡ay! [...]. ¡Esto sí que es una novela de amor donde las haya! [...]. Para calificar su última obra, no se me ocurre otra palabra que esta, que es bastante tonta: encantadora. Pero dele su verdadero significado, que es profundo. Una obra que llena el corazón de amor, que hace sonreír y da ganas de llorar”.

En este artículo se citan varios fragmentos de la nota preliminar de Joaquín Fernández-Valdés Roig-Gironella a la edición de la editorial Alba.