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Debra Winger: La estrella olvidada

Triunfó en los 80. En los 90 dio un portazo a Hollywood. Regresó al cine de forma discreta en la primera década del 2000. El 16 de mayo cumple 70 años.

Su mezcla de fragilidad y dureza arrasaba entre el público y la convirtieron en una de las actrices más solicitadas de los años 80. Debra Winger nació en Ohio en una familia judía de fuertes convicciones religiosas y a los 15 años se mudó con ella a Israel donde trabajó en un kibutz e hizo el servicio militar obligatorio, algo que marcaría decisivamente su carácter fuerte. Sin embargo, como mujer inquieta que también es, a los 18 años decidió volver a los Estados Unidos. Se matriculó en Sociología y empezó a trabajar en un parque temático. Y entonces llegó el accidente que cambiaría su vida. “Me caí de la parte trasera de una camioneta en marcha y me golpeé en la cabeza. Tuve una hemorragia cerebral y pasé mucho tiempo en el hospital. Tuve una parálisis temporal y me quedé ciega más de un mes. Aquello cambió mi vida porque me prometí no perder un solo día haciendo algo que no quisiera hacer. Así que dejé mi trabajo y mis estudios de sociología. Simplemente lo dejé todo”, recuerda.

Aquella caída, como la de San Pablo, fue una revelación de lo que realmente quería ser: actriz. Y pronto empezó a destacar como tal en la serie de televisión Wonder Woman donde hacía el papel de hermana pequeña de la mujer maravilla. En el cine la primera vez que la vimos fue como una de las chicas que acudían a la discoteca de Por fin ya es viernes, una de las películas que se apuntaron a la moda de la fiebre del disco. Sin embargo, su gran momento llegaría en 1980, cuando sustituyó a última hora a Sissi Spacek como pareja de John Travolta en la película Urban cowboy, Cowboy de ciudad. Aquella historia de toros mecánicos y cowboys trasnochados resultó todo un éxito y también uno de los mejores recuerdos que guarda Debra de su carrera. “Me malcriaron con esa película porque salí de ella pensando que todo sería así. Fue mágico, la disfruté, la sentí, la viví, estuve allí”.

Sin embargo, pronto iba a desengañarse y precisamente con la película que marcaría su lanzamiento definitivo. Con el telón de fondo de Up Where We Belong, la canción de Joe Cocker y Jennifer Warnes, Debra Winger y Richard Gere se enamoraban en Oficial y caballero. A pesar de que la química entre los dos en la película era excelente, lo cierto es que no se llevaron nada bien durante el rodaje. La famosa escena de sexo de la película, por ejemplo, resultó para la actriz un trago, ya que no soportaba a aquel “desagradable muro de ladrillos”, como llamaba a Richard Gere. “Era algo que me resultaba muy difícil y en aquel caso decidí no ocultar que estaba molesta, pero sucedió algo muy extraño porque esa emoción, que en realidad era de incomodidad y enfado, acabó pareciendo como si estuviera muy involucrada en la escena”, explica la actriz.

Tampoco se llevó bien con Shirley MacLaine, que interpretaba a su madre en el que sería su siguiente gran éxito cinematográfico: La fuerza del cariño. Entre toma y toma las discusiones de las dos actrices superaban con creces las que tenían en la pantalla. “Sentí que había una competición entre las dos que no era necesaria. No sé de dónde nacía, pero la sentía. Simplemente no nos llevamos bien. Ella ha dicho que fue una mala experiencia. Yo no pienso así, fue dura, pero no una mala experiencia”, rememora.

Una historia que se repetiría nuevamente con Ivan Reitman y Robert Redford, director y actor respectivamente de otra de sus películas más populares de aquellos años: Peligrosamente juntos. A partir de entonces la mala fama sobre el carácter de Debra Winger empezó a correr por Hollywood. Se decía que era problemática, respondona, colérica… e incluso mala compañera. “Creo que quizá sea cierto, pero he aprendido que el hecho de que te cataloguen como difícil es genial porque mantiene a distancia a mucha gente que no deseas. Si piensan que eres difícil no se meterán contigo y no tendrás que preocuparte por ellos”, se justifica.

Curiosamente, a pesar de la mala relación que mantuvo con Redford durante el rodaje de Peligrosamente juntos, acabó teniendo un romance con él. Romance que no duró mucho. En 1986 se casó con Timothy Hutton con el que compartiría cuatro años de matrimonio y tendría a su primer hijo. Después Debra mantuvo una relación con el gobernador de Nebraska, Bob Kerry, y en 1996 volvió a casarse con el actor y director Arliss Howard con el que vive desde entonces y ha sido madre por segunda vez.

Pero volvamos al cine. A pesar de su fama de actriz difícil su carrera seguía viento en popa rodando una película tras otra. En El sendero de la traición, por ejemplo, engañaba a un Tom Berenger convertido en líder racista. Otro de sus mejores trabajos fue el que hizo en El cielo protector de Bernardo Bertolucci, película ambientada en el Norte de África y basada en la novela de Paul Bowles. A diferencia de otros directores Bertolucci se deshacía en elogios hacia la actriz. “Debra es un Stradivarius que se toca solo”, afirmaba el realizador italiano.

El cielo protector marcó profundamente a Debra Winger que demostró una vez más que no era una actriz convencional. “Al día siguiente de acabar el rodaje debíamos tomar el avión para marcharnos, pero decidí quedarme. Me fui a los pueblos tuaregs y viajé por allí durante varias semanas. Fue una gran experiencia y eso fue lo que me dio fuerzas para volver a casa porque solo entonces sentí que tenía el desierto dentro de mí y que mis experiencias internas reflejaban ahora lo que habían sido mis experiencias externas y podía regresar”, decía.

Su tercera nominación al Oscar, tras las conseguidas por Oficial y caballero y La fuerza del cariño, llegó en 1993 con Tierras de penumbra, junto a Anthony Hopkins, donde nos hacía llorar tanto o más que con La fuerza del cariño. Pero tras aquella película los guiones que empezó a recibir no fueron del agrado de la actriz. La mentalidad del éxito de taquilla a toda costa invadía por entonces la industria del cine. En 1995 protagonizó Olvídate de París, un fracasado intento dirigido e interpretado por Billy Crystal por resucitar la fórmula de Cuando Harry encontró a Sally.

La leyenda cuenta que un día, conduciendo su coche por una carretera de Irlanda frenó en seco, se bajó del auto y la actriz gritó, “se acabó”. No más productores, no más guiones sin sustancia. Debra Winger abandonó el cine. Años después, en 2002, la actriz Rosanna Arquette convirtió aquella decisión en un símbolo y utilizó su historia para rodar el documental titulado En busca de Debra Winger, en el que varias actrices americanas hablaban de los problemas que tenían llegada una cierta edad. En ese documental Debra explicaba así su portazo a Hollywood. “Lo estuve pensando ya desde 5 años antes de que me retirara, pero siempre pensaba que la película en sí y lo que era el rodaje de la película era como el pago por todo el trabajo de investigación previo y en mi caso así es como descubrí la vida. Y cuando empecé a tener ese ritmo de trabajo en el que recibía el guion y tenía que empezar el rodaje en cuatro o tres semanas me perdí. Me preguntaba: Pero ¿qué ha pasado con los tres meses que tenía para prepararme?

Debra Winger pasó siete años alejada del cine cuidando de sus hijos en su rancho al Norte de Nueva York. Tras el documental de Rosanna Arquette la actriz volvió al cine tímidamente haciendo pequeños papeles en un par de películas, pero fue Jonathan Demme el que no paró de insistir hasta que aceptó hacer de madre de la novia Anne Hathaway en su película La boda de Rachel. Era el año 2008. Las buenas críticas que recibió la actriz por esta película le hicieron pensar que se abría un segundo capítulo en su carrera. “Me gustaría tener más trabajo, pero me siento muy animada con mi vida en este momento, algo que no siempre me ocurre porque a veces tengo una especie de nube gris encima. Pero estoy ansiosa por encontrar mi sitio en el cine actual por encontrar historias y personajes que sean apropiadas a mi edad y que me resulten interesantes. Estoy bastante deseosa de trabajar y eso es algo que no he sentido desde hace tiempo”.

Sin embargo, no ha sido así. Desde entonces Debra Winger ha hecho sobre todo televisión y ha aparecido en unas pocas películas menores, un par de ellas dirigidas por su marido Arliss Howard. Su última película hasta el momento es Como sobrevivir en un mundo material, estrenada en 2020, donde era la madre de una familia de timadores. Aunque cada vez resulta más difícil verla en una pantalla de cine, Debra Winger sigue en la brecha y no ha cambiado en absoluto.

Indomable, magnética y nada convencional. El mito viviente de la rebelde que supo decirle no a Hollywood. Y siempre con esa voz profunda y sexy a lo Lauren Bacall, una voz que, poca gente lo sabe, forma parte de la amalgama de sonidos que dio el tono de voz a ET el extraterrestre, película en la que por cierto la actriz hace un cameo. Si volvéis a verla buscadla en la escena de Halloween disfrazada de zombi que arrastra una pierna, con bata blanca de médico y llevando un perrito en los brazos.

 

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