WhatsApp no tiene cuerpo
Será porque la comunicación entre humanos contiene palabras y frases concretas que contienen significados pero también está envuelta en un sinfín de elementos no textuales cuya importancia no hay que menospreciar
Najat El Hachmi: "WhatsApp no tiene cuerpo"
Madrid
Siempre me ha parecido que la comunicación a través de mensajes instantáneos tiene algo extraño. Ya desde los intercambios por Messenger o Skype me dio la sensación de estar moviéndome en unos parámetros distintos y con una incomodidad que me ha seguido acompañando hasta día de hoy.
Será porque la comunicación entre humanos contiene palabras y frases concretas que contienen significados, pero también está envuelta en un sinfín de elementos no textuales cuya importancia no hay que menospreciar.
De entrada en el WhatsApp no hay cuerpo, no hay presencia física ni rostros y manos que gesticulan ni disposición espacial. Tampoco hay algo que sí existe cuando hablamos por teléfono: las muchas modulaciones de la voz, la prosodia, el ritmo, las pausas y la entonación. Me dirán que en las cartas de antaño no había voz ni cuerpo, pero el ejercicio de escribir una misiva, incluso un correo electrónico, requiere pensar y organizar lo que se va a decir siguiendo un marco establecido.
En mi familia, cuando yo era pequeña, mandábamos cartas sonoras grabadas en cintas de casete y a y a mis hermanos y a mí no nos daba cierta vergüenza tener que adoptar ese registro distinto con un encabezado, un saludo, una despedida.
Ahora escucho a algunas mujeres de cierta edad hacer lo mismo por WhatsApp: mandarse cartas de voz cumpliendo con esos formalismos. Suena distinto, es menos agresivo que los mensajes rápidos a los que nos hemos acostumbrado todos. Mensajes que al no tener el cuerpo y la voz del otro acabamos completando por nuestra cuenta en función de nuestras circunstancias presentes más que de las de nuestro interlocutor.
Najat el Hachmi
Najat el Hachmi (Nador, Marruecos, 2 de julio...Najat el Hachmi (Nador, Marruecos, 2 de julio de 1979) es una escritora española de origen marroquí. Licenciada en filología árabe por la Universidad de Barcelona, obtuvo el Premio Ramon Llull de novela en 2008 por L'últim patriarca (El último patriarca).