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Oliver Laxe: "Escribí esta película bailando con los ojos cerrados e imaginándome los camiones atravesando el desierto"

El director gallego presenta en la sección oficial de Cannes 'Sirât', un impactante viaje por el desierto entre música electrónica que protagoniza Sergi López

Oliver Laxe, en el photocall del Festival de Cannes para presentar 'Sirât' (Cine, Francia) EFE/EPA/GUILLAUME HORCAJUELO / GUILLAUME HORCAJUELO (EFE)

Oliver Laxe, en el photocall del Festival de Cannes para presentar 'Sirât' (Cine, Francia) EFE/EPA/GUILLAUME HORCAJUELO

Cannes

Oliver Laxe es uno de esos autores que el Festival de Cannes descubre y cuida desde sus primeros trabajos. Aquí ha presentado, en distintas secciones, Todos vosotros sois capitanes, Mimosas y Lo que arde. En cada trabajo ha ido creciendo, recibiendo premios y subiendo de categoría. Ahora compite por la Palma de Oro, un privilegio que solo una veintena de cineastas consiguen cada año. Su cine aporta a Cannes riesgo, novedad, espiritualidad y una mirada sobre el mundo actual. 'Sirât' es su obra más compleja y también su proyecto más industrial, con una televisión detrás, Movistar Plus, y con El Deseo, la productora de los Almodóvar. "Creo que todos los autores queremos estar aquí. Es el sitio donde está toda la cinefilia reunida. No es un festival de público, sino de profesionales, desde distribuidores, programadores, críticos. Y es muy estimulante", dice Oliver Laxe en una entrevista en la Cadena SER, desde el Hotel Marriot, donde se alojan estos días estrellas como Bono de U2 o Robert de Niro.

Laxe atiende a los medios junto al protagonista de 'Sirât', Sergi López, un actor que fue en su día un descubrimiento del cine francés y de este festival. "Cannes acaba siendo una cosa muy curiosa y que pone de relieve esta contradicción que tenemos todos de estar a la vez viviendo en un mundo que retransmite genocidios en directo y a la vez estar aquí en este mundo, así como glamouroso, superficial, estúpido e intrascendente, pero que acoge al cine de autor".

De eso va 'Sirât', de las confrontaciones y contradicciones del mundo. De dos comunidades con formas distintas de vivir y de comportarse, pero que acaban cooperando. Sergi López es Luis, un padre que junto a su hijo menor busca a una su otra hija por distintas raves de las montañas de Marruecos. Un viaje y una búsqueda que serán toda una experiencia vital, física y espiritual. ¿Son esas contradicciones algo a lo que hace frente un cineasta? "No vivimos en la República de Platón. El espectador es como es. Me identifico con él. Soy espectador. Entonces, la cuestión es de qué manera encontrar formas de subir al espectador al lomo de mi caballo y eso implica que el autor tiene que bajarse del caballo y encontrar las maneras. Creo que el género nos permite a los cineastas el equilibrio entre alta cultura y cultura popular. Sin engañarme, intento buscar maneras que el público suba a lomos de mi caballo y luego ya ahí ya lo llevo donde yo quiero. Es una apuesta en la que confío al espectador también mucho. Ya me pasó como Lo que arde, donde curiosamente espectadores que no eran cinéfilos, que no habían visto cine, conectaban de una manera muy esencial con la película".

'Sirât' lleva al espectador por una montaña rusa de emociones y le hace acercarse a la radicalidad en todos los sentidos. "Radical viene de raíz y digamos que el radical sería entonces aquel que se tira al abismo. Aquel que intenta ser coherente con su esencia, consigo mismo". Esa esencia la ha encontrado en la cultura rave. "Es una película sobre las raíces. No es una tesis sobre las raves, pero sí me identifico con los ravers, porque hay una suerte de radicalidad en ellos y en mí. Me gusta eso de ellos. Como buscan esa coherencia radical en su vida, algo que es imposible, que los seres humanos seamos radicalmente coherentes. Por eso me gusta ese gesto irredento, salvaje, y lo extraño a la vez que me identifico con ellos".

Este grupo de raveros, a los que se suma el personaje de Sergi López y su hijo, conviven y se entienden en un viaje en el que se alejan del sistema, pero el sistema les persigue de cerca. Una película que busca retratar el momento presente. "En ellos hay un eco a fin de algo, a fin de un mundo. Hay una sociedad ya en su crepúsculo. Ellos no quieren participar en este redoble de tambores de guerra en el que vivimos hoy en día, donde la gente quiere hacer la paz a través de la guerra. Lo que pasa es que nuestra capacidad de decisión es pequeñita. Alguien decía que la capacidad que tenemos de decisión de cambiar es tan grande como el espacio que hay entre un violín y su estuche. O sea, casi nada. Por eso, nuestra esperanza es que la vida nos haga cambiar. Lo hemos visto en la pandemia. No ha sido tan fácil cambiar. Hemos vuelto rápidamente a nuestras derivas, pero es cierto que tenemos ese anhelo muy noble los seres humanos de cambiar", de nuevo las contradicciones a las que el mundo capitalista nos enfrenta día a día.

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"Yo creo que la vida se expresa de manera clara, vehemente, nos agarra por el cuello, nos agita y nos pregunta, ¿quién eres? Yo creo que funciona así la vida, te pone al borde del abismo y te dice, tírate, conéctate contigo, salta para reconectarte contigo, Huimos los seres humanos de nosotros mismos. Son personajes que asumen su imperfección, su vulnerabilidad, la vida les ha abofeteado de tal manera que sus egos han sido arrasados, y ahí es el momento del colectivo, de la familia, de los cuidados, sin juicios. Es algo también que me gusta de todos los colectivos un poco alternativos o contraculturales, que conviven más con la herida. Es algo con lo que me identifico mucho con los personajes de la película. Creo que todos estamos heridos, los seres humanos somos todos niños heridos de alguna manera, lo que pasa es que tenemos como una facultad, un mecanismo de defensa siempre de crear una imagen idealizada de nosotros mismos y de no convivir con esa carencia. La película plantea una comunidad de cicatrices", añade.

Sergi López coincide y va más allá. El actor destaca la dimensión política de esta propuesta y la necesidad de buscar esa reconexión en lo espiritual. "La vida tiene que ser política. Todo es política. Y es lógico que en el mundo occidental en el que vivimos, privilegiado, donde tenemos nuestras pequeñas miserias, estamos obligados a vivir con esta contradicción que supone vivir aquí y disfrutar de la vida de lujo que tenemos todos, nos podemos pagar un café y no nos matan por la calle. Y saber que vivimos en un mundo en que la injusticia es un parámetro muy extendido por todas partes. La película habla de un mundo que se está cayendo a trozos, de un cataclismo que se avecina, que se parece a este mundo que estamos viviendo, y como los humanos intentan agarrarse a lo último, que es mirar hacia dentro, mirar hacia el interior, hacia lo espiritual", defiende el actor.

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Las raves fueron un movimiento contracultural que, en contraposición a los clubes, defendía un ocio más democratizado y horizontal. "Es una comunidad de cuidados, de respeto. Y yo creo que la película está filmada con el mismo pudor. No hay libido y los cuidados están en el centro. Yo he escrito este guion bailando con los ojos cerrados y imaginándome los camiones atravesando el desierto", confiesa Laxe que conoció el movimiento gracias a una pareja que venía de esta comunidad y que se reencontró con ellos durante el rodaje de Mimosas, en Marruecos. "Yo vivía allí en un palmeral y un día empecé a escuchar beats y vi que estaban haciendo una free party. Vivía con uno de mis personajes de Mimosas, un sufí ortodoxo practicante que cuando vio esos raveros dijo: 'Estos son los musulmanes del futuro', y esa conjunción me marcó, porque significa una conjunción preciosa de gente que no se juzga y que tiene el mismo anhelo de trascendencia, de comunión, de volver a casa". Esa idea espiritual que estaba en 'Mimosas' y que está en todo lo que hace el autor sobrevuela en 'Sirât', cuyo título se refiere a un término del libro sagrado de los musulmanes. El Sirat es un puente que se extenderá sobre el Infierno. "Yo soy un ser humano de mi tiempo que tiene un pie en la tradición, me embriaga El Corán, me sana, y al mismo tiempo, me gusta el techno. Me gusta invocar a través del baile, me gusta rezar a través del baile y la película intenta hablar de eso".

A ritmo de música techno, Sirat ha sacudido a este festival de Cannes, con una propuesta arriesgada y temeraria, como define Laxe. "Me llegara mi Waterloo en algún momento. Habrá un momento donde mi magnanimidad me va a hacer caer, pero por eso me tiro, porque sé que también eso me hará crecer. No tengo ningún miedo", asegura el director que ahora quiere centrarse en saber cómo la película va a conectar con los espectadores. 'Sirât' llega a cines el próximo 6 de junio.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 

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