Viva el botón de silenciar
A ver si nuestros políticos empiezan a silenciarse los teléfonos

Ignacio Peyró: "Viva el botón de silenciar"
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Madrid
Cada generación pone a sus calles los nombres de quienes considera sus héroes. Ahora tenemos calles a Metallica. Antes teníamos calles al Almirante Topete.
El doctor Fleming, por ejemplo, es un clásico del nomenclátor, y yo propongo —con toda modestia pero con toda convicción— que abramos el abanico para incluir en el callejero a un gran benefactor de la humanidad: el tipo que inventó el botón “silenciar”.
En realidad, es una función tan maravillosa que puedo imaginar que detrás de su invención no hay una sola persona, sino un comité de sabios. Al fin y al cabo, con el gesto de silenciar el WhatsApp de aquel pesao o de este plomo, se nos devuelve nuestra soledad en propiedad, recuperamos la pacífica posesión de nuestra libertad y afianzamos ese derecho de nueva generación que es gozar de nuestra misantropía.
Pero, además, nos evitamos malas pasadas. No hay grandeza ajena que resista la lectura de sus WhatsApps. Imaginemos a Sartre mandando besotes a Simone de Beauvoir. A Immanuel Kant diciendo que “Oka” a un cambio en el horario de sus clases. O a Churchill poniendo un emoticón de lagrimita después de un bombardeo. Nada adensa la grandeza como el silencio.
Así que a ver si nuestros políticos —antes Rajoy, ahora Sánchez— empiezan a silenciarse los teléfonos.




