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Cannes 2025 | Benicio del Toro, un antihéroe canalla en la entretenida geopolítica de Wes Anderson

Cannes

Las películas de Wes Anderson funcionan como un refugio colorista y apacible donde nada puede pasarnos. El director ha creado su propia comunidad y la ha dotado de un mundo propio visual y narrativo. Niños que se comportan como adultos y adultos que siguen siendo niños. Eso caracteriza a sus personajes, muchos interpretados por esa especie de pandilla que Anderson ha ido creando a lo largo de los años. De modo, que grandes estrellas como Tom Hanks o Scarlett Johansson aceptan roles de apenas dos escenas, como ocurre en The Phoenician Scheme, su nueva película presentada en competición en el Festival de Cannes, lugar que acoge cada estreno de este director cada vez más europeizado.

Sus decorados en tonos pastel, su simetría perfecta, el orden de los elementos dentro de cada uno de los planos y de las escenas -que a veces parecen esconder un TOC- invitan al espectador a dejarse llevar por la ficción, a adentrarse en el cuento que nos contará el autor, donde los personajes viven aventuras, pero donde el peligro siempre es lejano. Algo a lo que contribuye la artificialidad de los decorados, del vestuario y de la fotografía, esta vez firmada por Bruno Delbonnel, colaborador de Jean Pierre Jeunet. Postales para señalar los saltos de un lugar a otro, cambios de formato para separar los sueños de la realidad, movimientos de cámara, planos cenitales, son los recursos de los que se sirve Anderson para contar una historia de aventuras y de reconciliaciones, la de un padre y una hija, un tema recurrente en su cine desde La familia Tenembaum.

Aquí, Benicio del Toro, fantástico como siempre, interpreta a un empresario libanés, un alter ego del suegro del propio Anderson. Estamos en los años cincuenta y el capitalismo está lanzando sus tentáculos por todo el mundo después de la crisis de posguerra. Este empresario, ambicioso, peligroso, poderoso y manipulador, capaz de poner aranceles, tasas o lo que se precie, sobrevive a un intento de asesinato de sus enemigos, etiqueta donde se agrupan todos los gobiernos del mundo, los empresarios y los asesinos a sueldo. Todo el mundo le persigue, pero necesita llevar a cabo el que será el gran proyecto de su carrera, un plan de infraestructuras para explotar una región potencialmente rica. Vamos, para hacer lo que Occidente ha hecho en cada país del llamado tercer mundo. Amenazado por sus peligrosos enemigos, decide nombrar a su sucesora, su hija de veinte años, que es monja y a la que no ha hecho ni caso desde que nació.

Repitiendo el esquema del viaje del héroe, esta carismática pareja, a la que se suma el personaje de Michael Cera, uno de los actores que mejor encaja en el universo de Anderson, deciden viajar por el mundo para lograr las acciones y el dinero necesarios para construir ese gran plan. Ahí es donde Anderson utiliza con gracia y con astucia los cameos, el de Bryan Cranston y Tom Hanks jugando al baloncesto en una estación de tren. El de Riz Ahmed como un príncipe árabe enamorándose de la monja. Mathieu Amalric regentando una especie de café en Marsella al estilo del Rick de Casablanca, o Jeffrey Wright jugando a las cartas. Por no hablar de ese excéntrico y malvado villano de Benedict Cumberbatch.

Divertida, con ritmo, algo que adolecían sus últimos trabajos, The Phoenician Scheme está menos vacía que otras de sus historias. Además del homenaje al suegro, Wes Anderson nos habla de cómo se construyen las familias, no siempre ancladas en lo biológico, y de cómo es posible salirse del empuje del sistema capitalista. La ambición, el poder y los negocios pueden dar paso a una vida al margen, sin menos lujos, pero fuera de este mundo que parece, a juzgar por varias de las propuestas que estamos viendo en este festival, que está ya totalmente acabado.

Benicio del Toro crea a un antihéroe canalla e irresistible, con su magnetismo y su humor socarrón, que ojalá sirva de modelo para esos empresarios misántropos y egoístas que, desde los años cincuenta, han hecho verdaderas barbaridades en el resto del mundo, acompañados por la geopolítica estadounidense y que encuentra en 'Ciudadano Kane' uno de los mejores ejemplos cinematográficos. El petróleo, el gas, el coltán, todo lo han saqueado, no importa lo lejos que les quedara de Arkansas. Sin embargo, Wes Andeson, que no es un director politizado, lo que hace en esta película es invitar al cambio, todos pueden salirse de esa rueda. Además de Charles Foster Kane, el director y el actor se inspiraron en personajes reales, Agnelli, Onassis y, por supuesto, su suegro Fouad Malouf, a quien está dedicada la película. Hay referencias al cine de gánsteres, a Metrópolis y a las películas de Melville.

Frente al prototipo del empresario, está también el del líder antisistema y comunista, que acaba siendo un aliado, algo totalmente inusual en una película de un director americano. Un guiño, señalaba Anderson a El discreto encanto de la burguesía, pues Buñuel siempre llevaba la anarquía dentro. Del director aragonés hay más influencias en The Phoenician Scheme. Por ejemplo, la religión y la fe, muy presente en toda la historia, no solo por el personaje de esa monja, interpretada por el gran descubrimiento del filme, Mia Threapleton, hija de Kate Winslet, sino también por las escenas en las que Benicio del Toro se imagina en el purgatorio frente a Dios.

 

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