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Cannes 2025 | 'Nouvelle Vague', el bonito homenaje de Richard Linklater a Godard
Cannes
En medio de tanta intensidad que nos está proponiendo la sección oficial del Festival de Cannes, Nouvelle vague, la nueva película de Richard Linklater, ha sido como una especie de impasse. Durante dos horas el tiempo se ha detenido, para volver a vivir uno de los momentos más felices y evocadores de la historia del cine, cuando un grupo de jóvenes críticos y críticas de la revista Cahiers du cinéma reinventaron el cine de autor para siempre. Su legado sigue hoy, pero conviene recordarlo en momentos donde la cultura de la imagen lo es todo y donde la tecnología ha cambiado la concepción de lo vemos y de lo que sentimos fuera y dentro de la gran pantalla.
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Cannes, entre autores consagrados, estrellas y un relevo generacional
Es cuanto menos curioso y estimulante que sea un director americano el que se acerque a aquel año fundacional del movimiento cinematográfico que da nombre a la película. Estamos en 1959, todos los directores del grupo habían debutado en el cine, Chabrol, Rivette, Rohmer, Truffau,t que ya había presentado en Cannes Los 400 golpes, pero quedaba Jean-Luc Godard. De eso va el filme, de escrutar el rodaje de la primera película del director francosuizo, Al final de la escapada, y mientras tanto homenajear a una época y a unos artistas a los que tanto debe el cine.
Linklater se toma en serio el homenaje, pero introduce el humor y la ligereza para seducir al espectador cinéfilo. Comienza presentando a cada uno de los miembros de la nouvelle vague, a los actores y actricres, como Jean Paul Belmodo y Jean Seberg, a los productores, etc. Sin duda, uno de los grandes aciertos es el casting, perfectos todos los actores que cogen el alma de a quienes representan evitando la caricatura.
En un blanco y negro que recrea la época y el tono de aquel cine, firmado por el director de fotografía David Chambille, vivimos el viaje a través del tiempo. París vuelve a ser aquel París, los cafés, los interiores, los apartamentos y hasta el Cannes de los años 50. Godard, con sus gafas y su tono de voz característico, interpretado excelentemente por Guillaume Marbeck. Un elegante Truffaut élégant por Adrien Rouyard. Chabrol por Antoine Besson.
Linklater, que compite por vez primera por la Palma de Oro, es uno de los cineastas más eclécticos, autor de la trilogía de Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes del anochecer o de Boyhood, y ahora se atreve con este sincero y bello homenaje que cuenta la falta de planificación para rodar la película. Estructurada en veinte días, los que duró el rodaje, el filme acaba siendo una reflexión de cómo capturar la realidad: sin improvisación y casi sin guion, sin repeticiones e incorporando todo lo que ocurría. Algo que ponía nerviosa a la actriz americana JEan Seberg, a la que interpreta con gracia la actriz Zoey Deutch, y que divertía a Belmondo, un genial Aubry Dullin.
Hay guiños a los más cinéfilos: Rossellini, Melville, frases y citas célebres, humor y mucho respeto por un tiempo donde el cine se pensaba como un arte libre, alejado de las lógicas de mercado. "El cine no es un oficio, es un sacerdocio".
Nouvelle Vague es también un homenaje al director de fotografía Raoul Coutard, al que Godard puso en una silla de ruedas para llevar a cabo los traveling, que esondió en un baul apra que nadie en la calle supiera que había una cámara y captar la espontaneidad de los viandantes, extras gratuitos. Y es que la captación de la realidad era lo que más obsesionaba a Godard. Como lograr contar la verdad en el cine, donde todo es mentira. Una preocupación que, lejos de haberse resuelto, está todavía en el debate que esconden muchas de las películas en competición, sin ir más lejos, Ari Aster en Eddington, o Domink Moll en Dossier 137. Es además el gran problema de nuestro presente.
No es la primera vez que Cannes acoge una película sobre Godard. Fue en 2017 cuando Michel Hazanavicius estrenó Mal genio, basada en las memorias de la pareja del cineasta, la actriz Anne Wiazemsky, sobre el rodaje de La chinoise y el Mayo del 68 con Louis Garrel como protagonista. El Godard de Linklater es más joven, igual de impulsivo, creativo y ambicioso, pero más ingenuo.
En momentos de precuelas, secuelas, remakes, spin off, y series creados por algoritmos, Nouvelle vague es una demostración de que las excentricidades, la libertad creativa y el genio son lo que hace avanzar el arte y el cine. Nadie creía en Godard, que paraba la jornada de rodaje si no le venía una idea, que no dejaba maquillarse a su actriz o que quiso meter elipsis en el montaje de todas las escenas. Seberg pensó que perdía el tiempo. La representante de Belmondo que no volvería a trabajar, y el productor que perdería su tiempo y dinero. Pues bien, Al final de la escapada es una película fundamental, obra maestra que ha influido en notables cineastas de todo el mundo, incluso en este director de Texas, Richard Linklater, que se topó con el mismo rechazo que el propio Godard en su día. Nadie quiso producir esta película "para cinéfilos", solo dos productores franceses. Ahora Cannes, como siempre, sale al rescate de aquello que el mercado deja atrás.
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