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Lola Dueñas: "Ser actriz era un deseo íntimo"

Actriz y enamorada de su oficio, Lola Dueñas se une al Club de Amigos Alegres para recordarnos que la autenticidad sigue siendo la gran revolución del cine español

Lola Dueñas es de esas actrices que ha dado vida a personajes inolvidables, Sol, Montserrat, Luciana Anzama, y, además, es una mujer que ha vivido el oficio de actriz como un acto de resistencia y verdad. ''Soy un culo inquieto, pero a lo bestia. Y soy muy frágil a la vez también. También tengo eso, pero luego soy una tía muy fuerte y muy valiente'', confiesa Dueñas.

En ella convive la niña que debutó vestida de morita en "Los baños de Argel" por un fallo logístico de la compañía, y la adulta que se atreve a transformarse para encarnar a Montserrat, la madre mesiánica y devota en "La Mesías", donde tuvo que engordar 16 kilos: ''Yo era como un pato de foie. Una barbaridad".

La charla comienza con ''El puro teatro'', de La Lupe, una canción que ella misma asocia con su padre, el también actor Nicolás Dueñas. ''Me emociona porque le echo muchísimo de menos", reconoce, sin miedo al nudo en la garganta. Porque a Lola Dueñas le mueve el hablar sin filtros y sin necesidad de quedar bien.

Una infancia silenciosa

Desde pequeña, Lola Dueñas tuvo claro que quería ser actriz, aunque no lo compartía con nadie. No lo decía en voz alta, ni siquiera a su familia. ''Era un deseo íntimo. No lo decía en alto. He sido rarita desde pequeña. Muy para adentro'', admite. A pesar de haber crecido en una casa donde el teatro estaba presente (su padre, Nicolás Dueñas, era actor) ese deseo lo mantuvo oculto durante mucho tiempo.

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Dos experiencias concretas marcaron el inicio de su vocación. La primera, cuando era niña y participó de forma improvisada en una obra de teatro junto a su padre y Emma Penella. Un actor no pudo asistir y la vistieron para sustituirlo. ''Mi padre me dijo: 'Lolita, no mires al público', y fue lo primero que hice'', recuerda. Esa primera vez sobre un escenario se quedó grabada en su memoria.

La segunda experiencia fue más determinante: ver a Esperanza Roy en "Aquí no paga nadie", de Dario Fo. ''Me sabía todos los textos de memoria. Los recitaba mentalmente mientras ella actuaba. Y sentí un clic. Quería ser eso, esa salvajada emocional que vi en ella. No quería ser otra clase de actriz.'' Aquel momento le hizo entender que lo suyo con la interpretación iba en serio y que no se veía haciendo otra cosa. Desde entonces, todo lo que ha hecho ha estado marcado por esa decisión silenciosa que tomó de niña: dedicarse a un oficio que se aprende trabajando, desde dentro, con entrega total.

"La Mesías" y la revolución de lo íntimo

Cuando habla de "La Mesías", su emoción se hace evidente. ''Me ha dado muchísimas alegrías, aunque tuve que engordar 16 kilos. Lloraba porque estaba perdiendo peso de una escena a otra'', recuerda con humor, pero también con la crudeza de quien vive cada personaje hasta las últimas consecuencias.

Hablando sobre los Javis, creadores de la serie, también se abre: "No sé si ellos son del todo conscientes. Tienen una forma nueva de trabajar: con confianza, juego, amor y diversión. Desde ahí, puede pasar cualquier cosa".

No tiene redes sociales, no pisa alfombras rojas más de lo estrictamente necesario y confiesa que le encantaría desaparecer después de cada película. ''Me hubiese encantado hacer solo las películas y desaparecer después. Me encanta la radio, aunque incluso eso ha cambiado". Y, sin embargo, reconoce que siente un amor profundo del público: "Hace poco en Melilla pusieron un vídeo con todos mis trabajos... ¡Qué suerte he tenido! ¡Qué peliculones he hecho!".

Entre lo rural y lo esencial

Vive alejada de las grandes ciudades, buscando un sitio en el norte ''donde no hayan llegado los turistas''. Le gusta la soledad, el silencio, cocinar. ''Me aturullo con tanta gente'', dice, y uno entiende que su vínculo con lo real es tan fuerte como su entrega al cine. Lola habla de amor y de ayuda, con esa apertura que solo tienen quienes se atreven a ser vulnerables. "La persona que de verdad me ame será la que me ayude". Asegura que no tiene grandes consejos, pero sí una manera propia de ver la vida: "Tiene que ser lo que más te guste del mundo. Porque si es lo que más te gusta del mundo, siempre vas a tirar. Que es lo que me pasa a mí".

Para cerrar la charla, Lola elige una versión de Albert Pla de una canción de Enrique Iglesias que aparece en "La Mesías". ''Me transporta a Albert, al que adoro. Es un artista y una persona increíble. Lo redescubrí gracias a Javier Calvo y Javier Ambrossi".

Y así se despide y se une Lola Dueñas al Club de Amigos y Amigas Alegres: con un beso, con una canción y con una certeza. La de que el cine, cuando es verdad, transforma. Aunque la actriz, después del aplauso, se esconda en un lugar allá por el norte, donde todavía no han llegado los turistas.

 

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