Mejor 'Cifras y letras'

Quise ponerme 'La familia de la tele' para comprobar si era tan terrible como dicen y no pude aguantar más que unos minutos en los que reinó el caos, la histeria y el sinsentido. Lo peor fue descubrir a mi admirada Mònica López, que tan buenos ratos nos da como mujer del tiempo, prestándose a participar en ese inmundo barrizal.

Ojalá sea porque alguien la ha extorsionado para poner su brillante inteligencia al servicio de ese degradante espacio. También me dolió en el alma ver a Aitor Albizua subido en una especie de barco a punto de caerse encarnando un personaje que nada tiene que ver con el que simpático y dinámico presentador de 'Cifras y letras'.

El regreso de este mítico programa a la parrilla de la pública ha sido una de las pocas alegrías televisivas que he tenido en los últimos tiempos. Me devolvió a la época en la que regresaba del instituto y comía frente a la cálida sonrisa de Elisenda Roca con su larga melena e intentaba formar la más larga de las palabras o alcanzar la velocidad de cálculo de los concursantes.

Ahora en casa hemos adoptado el ritual de sentarnos juntos frente al televisor después de cenar esperando la inocente pullita que le va a lanzar Elena Herraiz a Aitor o el dato curioso que nos va a dar David Calle. Los concursantes son variados tanto en procedencia geográfica como en edad, sexo o profesión lo que demuestra que la inteligencia no discrimina y un espectáculo verla actuar en directo. Quienes dicen que es de elitistas el saber, la cultura o el entretenimiento digno es porque creen que “el pueblo” no merece buenos programas, merece telebasura reciclada.