Modric contra el percentil

Igancio Peyró: "Modric contra el percentil"
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Queremos controlar la realidad con métricas, estadísticas y percentiles y, sin embargo, luego premiamos aquello que viene a recomponerlo todo. Neville Chamberlain era una bellísima persona, pero siempre amamos más a aquel catacaldos llamado Winston Churchill. Lope tuvo un carisma inigualable, pero el Quijote lo escribió un viejales sin futuro, es decir, Miguel de Cervantes. Y aun cuando todos celebráramos las victorias algo robótico-automáticas de Induráin, era más apasionante seguir el tiovivo emocional de Pedro Delgado. La vida premia lo impredecible tanto como nosotros amamos la sorpresa.
En ninguna parte se ve esto más que en el fútbol, y quizá sea por eso que nos gusta tanto. Ronaldo tenía pinta de no perdonar la segunda galleta y fue uno de los delanteros más clamorosos de la historia. Maradona tenía pinta de no perdonar el tercer whisky y su recuerdo es casi una idolatría. Cristiano llegó a lo más alto tras una vida de renuncias y contrariedad existencial, pero Messi llegó aún más arriba sin haber echado ni un abdominal de sobra en el gimnasio.
Ahora que se va de España Luka Modric no es ocioso recordar cómo uno de los grandes deportistas de nuestra época fue, durante mucho tiempo, poco más que un tirillas. Y celebrar cada vez que la vida se impone al excel, la paradoja se impone al laboratorio y la gracia le moja la oreja a la perfección.




