El inesperado papel del excremento de pingüino en la lucha contra el cambio climático en la Antártida
Los gases emitidos favorecen la formación de nubes que ayudan a enfriar el "continente blanco"

Una colonia de pingüinos Adelia en la isla Paulet, ubicada al norte de las islas Shetland, Antartida. Sylvain GRANDADAM/Gamma-Rapho.

Un nuevo estudio científico ha revelado que el excremento acumulado de los pingüinos podría estar ayudando a enfriar el clima de la Antártida al favorecer la formación de nubes. Los investigadores encontraron que los excrementos de estas aves marinas liberan amoníaco, un gas que juega un rol fundamental en la creación de nubes que reflejan la luz solar y, por tanto, contribuyen a mitigar el calentamiento global.
El hallazgo fue publicado en la revista 'Communications Earth & Environment' por un equipo de científicos liderado por Matthew Boyer, del Instituto de Investigación Atmosférica y del Sistema Terrestre de la Universidad de Helsinki.
Más información
El estudio se llevó a cabo entre enero y marzo de 2023 en la península antártica, donde se encuentra una colonia de unos 60.000 pingüinos Adelia. Allí, los investigadores midieron las concentraciones de gases como el amoníaco en el aire, con el objetivo de comprender cómo estas emisiones naturales afectan la formación de nubes en la región.

Una colonia de pingüinos Adelia en la isla Paulet, ubicada al norte de las islas Shetland, Antartida. Sylvain GRANDADAM/Gamma-Rapho.

Una colonia de pingüinos Adelia en la isla Paulet, ubicada al norte de las islas Shetland, Antartida. Sylvain GRANDADAM/Gamma-Rapho.
Los resultados fueron sorprendentes: cuando el viento soplaba desde la dirección de la colonia de pingüinos, los niveles de amoníaco en la atmósfera se disparaban, alcanzando concentraciones hasta 1.000 veces superiores a las registradas en áreas sin presencia de estas aves.
Esta acumulación de amoníaco se combina con gases de origen marino —principalmente ácido sulfúrico—, lo que favorece la creación de partículas microscópicas llamadas núcleos de condensación. Estas partículas son esenciales para que el vapor de agua se condense y formen nubes.
Estas nubes, a su vez, tienen la capacidad de reflejar parte de la radiación solar de regreso al espacio, ayudando a enfriar la superficie terrestre, un efecto especialmente valioso en una zona tan vulnerable al cambio climático como la Antártida.
El impacto del excremento no termina cuando los pingüinos se marchan. El suelo, saturado de sus desechos, continúa emitiendo amoníaco durante semanas. De hecho, un mes después de la migración de las aves, los investigadores detectaron que las emisiones seguían siendo 100 veces superiores a los niveles normales.
Este descubrimiento subraya la importancia de preservar a especies clave en ecosistemas sensibles. El comportamiento natural de los pingüinos podría tener consecuencias significativas para la estabilidad climática del continente blanco y, en última instancia, para el clima global.