Vicente Aranda, el director de las escenas de sexo más osadas del cine español

El erotismo y el componente sexual siempre estuvieron presentes en todas las películas de Vicente Aranda. De hecho, tenía fama de ser el director que rodaba las escenas de sexo más osadas del cine español. Escenas que a menudo tenían un punto salvaje, incluso bestial, pero a veces también cómico. “Cuando hice El amante bilingüe quise parodiar mi propia afición a mostrar escenas eróticas”, confesaba el realizador. Películas como Si te dicen que caí, La pasión turca, Amantes, La mirada del otro, Intruso o Carmen están llenas de erotismo. “Yo lo que creo es que el erotismo, cuando se vincula a un argumento emocional es una bomba. Es como dos partes de una misma bomba que es eficaz cuando las unes”, explicaba. Y es que para el director catalán el sexo era un medio que le permitía abordar el tema que más le interesaba en su cine: las turbulencias del amor y el abismo al que a veces conducen las pasiones. “La pasión es irrenunciable. El que la ha vivido, aunque haya resultado dañado y destruido, no renuncia a ella porque piensa que vivir la vida sin ese elemento, sin esa pasión, sin esa emoción, nos convierte en seres incompletos”, decía el director.

Vicente Aranda nació en Barcelona en 1926. Su padre era fotógrafo ambulante y, por tanto, el mundo de la imagen siempre estuvo muy presente en su vida. Sin embargo, su vocación cinematográfica fue tardía. Tenía 38 años cuando dirigió su primer film. Antes había vivido diez años en Venezuela, intentado sin éxito convertirse en escritor. Su primera película, Brillante porvenir, estrenada en 1964, pasó totalmente desapercibida, pero no así la siguiente, Fata Morgana, protagonizada por Teresa Gimpera. El cine de Aranda se inscribía en la llamada Escuela de Barcelona, en la que militaban directores como Joaquín Jordá o Pere Portabella. “No era una escuela con un aula. Éramos gente que nos encontrábamos a menudo porque amábamos o nos gustaba el cine. Íbamos al cine juntos y comentábamos las películas. Y entre todos reunimos los conceptos de la Escuela de Barcelona. Por ejemplo: el argumento no existe o no interesa, lo que interesa es la fenomenología de la imagen”, afirmaba Aranda.

Así es, las primeras películas del director se enmarcan en el cine experimental y de vanguardia. Sin embargo, a lo largo de los años setenta, empieza a abandonar la experimentación para rodar un cine más comercial. Películas de destape, como Clara es el precio con Amparo Muñoz o películas de terror, como La novia ensangrentada. En 1977, en la película Cambio de sexo, se produce el encuentro con una actriz que va a resultar fundamental en su carrera, Victoria Abril, que protagonizará doce de las veinticinco películas de Vicente Aranda, prácticamente la mitad de su filmografía. Ella es también la protagonista de su siguiente film, La muchacha de las bragas de oro, en el que también se produce otro encuentro fundamental en la carrera del director, esta vez con el escritor Juan Marsé, al que adaptará en cuatro de sus películas.

Durante los años ochenta Vicente Aranda rueda películas de calidad, bien valoradas por la crítica, pero que tienen un éxito moderado como Asesinato en el Comité Central, Fanny Pelopaja o Tiempo de Silencio. Su primer gran éxito de público llega en 1987, cuando cuenta en dos películas la historia de Eleuterio Sánchez, El Lute, mítico delincuente de la España de los años sesenta y setenta y al que Imanol Arias presta su rostro. El Lute (camina o revienta) y su continuación, El Lute II: mañana seré libre, son un éxito de crítica y público. Éxito que aún será superado por la que tal vez es el mayor triunfo de su carrera, Amantes, una película protagonizada por Victoria Abril, Maribel Verdú y Jorge Sanz, basada en el llamado Crimen de la calle Tetuán, un suceso real del Madrid de los años cuarenta. Amantes ganó el Goya a la Mejor Película y Victoria Abril el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Berlín de 1991.

Vicente Aranda tenía fama de ser un gran director de actores. Nunca ensayaba con ellos. Le gustaba, eso sí, hablar horas y horas con cada uno sobre sus personajes para luego dejar en sus manos la forma de abordar una escena. “Se ha convertido casi como en un juego”, explicaba Jorge Sanz, uno de sus intérpretes favoritos. “Ha creado una forma de darnos claves para actuar y que a nosotros nos viene muy bien, es muy útil, nos da mucha confianza”. Decía el actor. El director tenía también fama de ser un gran planificador de secuencias, cuidando hasta el más mínimo detalle lo que se veía en la escena. “Mis referencias son literarias siempre, pero la imagen es para mí muy atractiva. Yo estoy muy atento a la luz que hay en el plató y me interesa mucho la composición. Me interesa que la cámara escriba. Lo formal en cine me interesa mucho”, afirmaba.

A partir de Amantes cada nueva película que estrena Aranda se recibe con gran expectación. Rueda El amante bilingüe, de nuevo sobre un libro de Juan Marsé con Imanol Arias y la italiana Ornella Muti de protagonistas. Ana Belén es la protagonista de otro de sus grandes éxitos de los años noventa, La pasión turca. Y Ana Belén también encabeza uno de los repartos más completos del cine español en Libertarias, película ambientada en la Guerra Civil.

Para entonces también Vicente Aranda ha adquirido cierta fama de cascarrabias. Famosas son sus polémicas con actores, críticos de cine y también productores. “Los problemas que yo he tenido con productores es porque no me pagan. Si me pagasen, pues seguramente yo tendría mejor carácter”, protestaba. También tuvo agarradas con escritores como Juan Marsé o con Antonio Gala, al que no le gustó nada la traslación al cine que Aranda hizo de su novela La pasión turca. “Con Gala no hubo ningún problema, en realidad. Yo le presenté un guion y él me dijo que era un árbol sin hojas y que no le gustaba y que además era de absoluta necesidad que la protagonista se suicidase y a mí no me gustaba. No me gusta el suicidio, es una cosa que estoy en contra y yo no lo quería aceptar para mi película”, afirmó. El director también se mostraba muy crítico con la Academia del Cine Español. “No quiero ser de la Academia, no me da la gana de ser de la Academia. Y ellos están empeñados en que yo sea de la Academia y supongo que lo que quieren es hacerme un homenaje, pero yo de homenajes estoy hasta la coronilla”.

Si hasta entonces sus películas habían contado la historia de España durante gran parte del siglo XX, en la primera década del XXI, Vicente Aranda cambia de registro y aborda varios dramas históricos y literarios de época. Dirige Juana la loca con Pilar López de Ayala de protagonista. También Carmen, basada en la obra de Prosper Mérimée, con Paz Vega, en el papel de la cigarrera de Sevilla y adapta una narración medieval en Tirante el Blanco. Las últimas películas de Vicente Aranda son Canciones de amor en Lolita’s Club, de nuevo adaptando a Juan Marsé, y Luna Caliente, estrenada en 2009, protagonizada por Eduard Fernández y ambientada en los últimos coletazos del franquismo, en los días del Proceso de Burgos.

Vicente Aranda falleció el veintiséis de mayo de 2015 a los 88 años, dejando como legado veinticinco largometrajes y algunos trabajos espléndidos para televisión, como Los Jinetes del Alba. Una obra notable y muy personal que le valió ser nominado seis veces a los Goya como director y cinco más como guionista. Aunque solo obtuvo la estatuilla como realizador por Amantes. Nunca le importó. Y es que a Vicente Aranda tampoco le gustaban los premios. “Yo me apunto a una versión surrealista que dice que los premios no solo no hay que desearlos sino tampoco hay que merecerlos porque merecerlos es malo”, sentenciaba.