Europa, la cara, la dignidad y la eficacia

Barcelona

España reclama a Europa una respuesta firme a Israel. Para detener la matanza. Para prohibir la venta de armas al agresor. Para suspender la invasión de Gaza. Para evitar la muerte colectiva por hambruna, permitiendo la llegada de ayuda alimentaria.

Esto es lo que le ha pedido hoy el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen. O sea, que haga caso, aunque sea con retraso, a la misma propuesta que España e Irlanda realizaron hace un año, y que ahora ya suscriben 17 Estados miembros de la Unión Europea. Se trata de suspender temporalmente, hasta que Tel Aviv se comporte como un estado liberal y civilizado, el acuerdo de asociación que vincula a ambas partes. Es una palanca poderosa, porque más de un tercio del comercio exterior israelí depende de ese acuerdo.

No hay que pretender salvar la cara, paralizando momentáneamente solo una parte menor del mismo. Tampoco se trata de salvar la dignidad, porque costará recuperarla después de muchos meses de pasividad de Bruselas. Hay que pretender lograr resultados, que cambie la actuación del presunto genocida, porque si no las cosas le irán peor. Y cuanto antes. En este asunto, como en el de la inmigración, la Comisión de Ursula von der Leyen se juega su ser o no ser.