Momento Sputnik, pero no el esperado
No es una buena noticia que, ahora que se está produciendo un cambio vertiginoso en el paradigma tecnológico mundial con la irrupción de la inteligencia artificial, nos pillen otra vez con el pie cambiado en materia presupuestaria
Imagen de archivo / Smith Collection/Gado
Madrid
A los expertos en economía de la innovación les gusta usar la figura del “momento Sputnik” para definir esas raras coyunturas de la historia donde se produce un gran salto cualitativo impulsado por una novedad tecnológica. Sputnik era el nombre del satélite puesto en órbita por la Unión Soviética en 1957. Fue el primero de la historia y Estados Unidos solo pudo superar el pasmo y el temor que aquel desafío le produjo mediante su propio momento Sputnik: creando la NASA para conseguir ser los primeros en enviar un hombre a la Luna.
No sirve cualquier proyecto para merecer el nombre de aquel rudimentario satélite, cuya eficacia propagandística fue formidable. Se trata de plantear y conseguir un objetivo que todas las personas prudentes considerarían imposible. Es lo que China ha logrado recientemente con DeepSeek, su réplica de bajo coste a ChatGPT, que ha quebrado la convicción general de que el futuro de la inteligencia artificial iban a escribirlo en exclusiva desde Silicon Valley.
Creer que esos grandes sorpassos existen y se pueden repetir es inspirador, pero se corre el riesgo de encontrarse con un resultado imprevisto. Europa, por ejemplo, está viviendo su momento Sputnik, pero no por el esperado puñetazo en la mesa de la alta tecnología, sino por la escalada armamentista. Movidos por la contundente amenaza rusa a nuestra seguridad, los países europeos de la OTAN están dando un salto estratégico en su gasto en defensa que hace pocos años nos habría parecido una pesadilla. Incluso en España, a pesar de tener prorrogados los presupuestos del año anterior, el Gobierno se las ha arreglado para incrementar el gasto militar hasta el 2 % del PIB, mientras el secretario general de la Alianza presiona para que lleguemos al 5 % cuanto antes.
Independientemente de la opinión que se tenga sobre este hecho -y no se puede olvidar que en el fondo los dos grandes partidos de nuestro país coinciden en esto-, resulta evidente que ese extraordinario esfuerzo presupuestario limita las posibilidades de que a corto y medio plazo España pueda tener el verdadero momento Sputnik que se esperaba desde hace décadas y que no es otro que acercar el gasto en I+D a la media europea.
No es una buena noticia que, ahora que se está produciendo un cambio vertiginoso en el paradigma tecnológico mundial con la irrupción de la inteligencia artificial, nos pillen otra vez con el pie cambiado en materia presupuestaria, por más que la causa sea algo solo imputable a la intolerable agresividad militar de Putin.
En cualquier caso, aunque la coyuntura sea desfavorable, conviene no olvidar que esos grandes saltos adelante han existido siempre y son un recurso para abordar con determinación los grandes problemas sociales. Algo así han debido pensar los alcaldes de quince grandes ciudades europeas -de París a Barcelona, pasando por Ámsterdam o Roma- que acaban de pedir a la Unión Europea la creación de un fondo dotado con 300.000 millones de euros al año para enfrentarse a la crisis de la vivienda, provocada por una subida de precios en los últimos diez años del 60 % para la compra y un 78 % para el alquiler. Construir todas las viviendas sociales y de alquiler asequible que se necesitan y hacerlo a la velocidad suficiente resulta imposible si no se cuenta con una financiación de dimensiones gigantescas.
Estos alcaldes saben bien que hoy los ministerios de Defensa tienen prioridad en las urgencias presupuestarias, pero han considerado que el viejo dilema de cañones o mantequilla está anticuado y que hoy el planteamiento razonable es cañones y también mantequilla. Para ello, han pedido que, igual que Bruselas va a dejar fuera del cálculo del déficit las inversiones en defensa, se haga lo mismo con el problema de la vivienda. A veces la única respuesta posible al pragmatismo es darle dos tazas.
José Carlos Arnal Losilla
Periodista y escritor. Autor de “Ciudad abierta,...Periodista y escritor. Autor de “Ciudad abierta, ciudad digital” (Ed. Catarata, 2021). Ha trabajado en medios como Heraldo de Aragón, El Día de Aragón, Andalán y Diario 16. Fue director del Parque Científico Tecnológico Aula Dei, impulsor del Centro Etopia y asesor del alcalde de Zaragoza Juan Alberto Belloch y de la ministra Pilar Alegría.