Gonzalo Suárez "Donde no está el balón es donde puede pasar algo"

Si le planteas a Gonzalo Suárez cómo escribe, cómo se enfrenta ante el folio o página en blanco, él te responde que parte del instante y que cuando se pone "lo ideal es no saber a donde voy". Se deja llevar para sorprenderse a sí mismo y lo hace partiendo de una enseñanza del que fuese su padrastro ,el entrenador Helenio Herrera, el mítico "HH". Cuando el argentino entrenaba al Inter de Milán, Gonzalo Suárez fue su ojeador. Su trabajo consistía en hacer informes de todos los equipos y 'el mago' siempre le decía: "No mires donde está el balón, donde no está el balón es donde puede pasar algo". Su consejo lo llevó a su vida y la literatura, "lo interesante es lo inesperado y la literatura es lo que pasa donde no está el balón", lo que está fuera del foco, lo que nadie ve.

Así ha sido la vida de Gonzalo Suárez, un dejarse llevar. Por eso ha tenido tantos oficios: escritor, cineasta, guionista, ojeador. Y si le preguntas si hubiese preferido dedicarse solo a uno , él da un paso más "hubiese hecho más cosas, por ejemplo ser boxeador, siempre que no me peguen, claro". De todas formas le abruma cuando todos hablan de él y de todo lo que ha hecho. "Cuando se habla de mí tengo la sensación que se habla de otro". Pero reconoce que con los años, ya pasa de los noventa, le hacen tener una ventaja para adelgazar su currículum y poder ir más ligero de equipaje "la falta de memoria me ayuda para seleccionar mi pasado, alivia mucho el saber que de lo que te acuerdas es solo aquello que ha pasado hace un instante y que de lo que no te acuerdas no ha pasado". Él lo define como "la ligereza por la que una persona puede ser otra y a la vez ser la misma"

Gonzalo Suárez es un grande de la literatura en España. Títulos como Los once y uno, Trece veces trece, Gorila en Hollywood, Ciudadano Sade, El hombre que soñaba demasíado o La musa intrusa forman ya parte de la historia de la literatura. Además ha sido referente para grandes autores como Javier Cercas, Juan José Millás, Enrique Vila-Matas, Adolfo García Ortega o Juan Cruz. Todos reconocen que de alguna forma escriben gracias a él. Ya en los años 60 Pere Gimferrer decía que "muerto Martín Santos y retirado Sánchez Ferlosio, el futuro de la literatura española pasaba por Gonzalo Suárez ¿Pero por qué se le conoce más por el cine que por la literatura? El responde con una anécdota de su último libro El caso de las cabezas cortadas, cuenta que su editor se queja porque "los libreros no saben dónde colocarlo, si en cine, literatura o comic". Y ese es su problema, bendito problemá: no ser un escritor clasificable. Ya lo decía Julio Cortázar que "Suárez era un artista que desaparecía bruscamente desde donde ibas a buscarlo, cuando creías haberlo encontrado ya estaba haciendo otra cosa".

Gonzalo Suárez fue también periodista bajo el pseudómimo de Martin Girard, "lo de Girard era el nombre de mi mujer y Martín porque un día un buen amigo me dijo que era un buen nombre para un periodista". En la década de los sesenta publicaba reportajes y entrevistas con esta firma en La Vanguardia, todo se recoge en su libro La suela de mis zapatos que se reedita este mes de junio de 2025. Javier Cercas dijo que Gonzalo descubrió el nuevo periodismo diez años antes que Tom Wolfe, pero nuestro invitado lo niega, "lo mío no era nuevo periodismo, era un periodismo inocente por el asombro, la ilusión y el atrevimiento del momento". Reconoce que añora hoy aquella ilusión y cree que aunque ahora lo haría mejor "no tendría la misma frescura"

Cuando se le dice que es muy autobiográfico en su textos literarios, él cree que es más de ir de un sitio a otro, de pronto le aburre la ficción como el copiar la realidad. Hace y deshace y lo tiene claro, "solo soy fiel a la memoria". Hoy Gonzalo Suárez, que cumplirá 91 años en julio, se refugia en la literatura. El cine le requiere más acción y ya no puede, aunque lo añora. Nunca vuelve a sus trabajos del pasado, "ni releo y reveo, y no veo nuevo cine quizá porque me da envidia". Su objetivo vital es seguir descubriendo día a día porque como concluye "a ningún sitio sitio sé llegar como siempre".