Queremos que a TVE le vaya bien

Hablemos de la BBC. Es posible que sus reporteros estuvieran conservados en whisky, y que sus locutores -enfundados en chaqueta de esmoquin para leer el boletín- fueran, según se ha dicho, "lacayos palaciegos con voz de enterrador". Pero nadie duda de que, si ha habido un medio público digno de respeto, ese ha sido la radiotelevisión británica.

Lo dijo nada menos que George Orwell bajo las bombas de la Segunda Guerra Mundial: las palabras "lo he oído en la BBC" significaban "sé que debe ser verdad". Así llegó a ser, como la definió el New York Times, una institución "más fiable que cualquier Gobierno, más respetada que la Monarquía y más relevante que la Iglesia". La clave era atenerse a los principios que han guiado de siempre la actuación de los medios públicos: "educar, informar y entretener".

Uno se pregunta dónde está ese ideal tras abrazar TVE -la de todos- el modelo de Sálvame. En qué nos educa Belén Esteban, de qué nos informa María Patiño, por qué nos ha de entretener Kiko Matamoros.

El presidente del ente público ha dicho que hay mucha gente interesada en que a TVE le vaya mal. Que no se engañe: a la mayoría le interesa que vaya bien, y por eso no entiende que su prestigio se vaya por el desagüe de 'La familia de la tele'. A nadie sorprenderán las bajas cifras de audiencia: será que, pese a todo, mantenemos el instinto de que ni el Gobierno nos debe dar basura ni nuestros impuestos están para pagarla.