Jabois, sobre la amonestación a un médico de paliativos por acompañar a una niña fuera de su horario: "No le puedes decir al cáncer que hoy es festivo"

Madrid

Cuando se estrenó Asistolia un médico valoraba así el trabajo de quienes se dedican a los cuidados paliativos: "la mayoría de los estudiantes de medicina lo hacen porque quieren salvar vidas, no para acompañar a nadie hasta la muerte". Pero ocurre que ese trabajo no es tan ingrato como puede parecer, y desde luego es imprescindible para irte sin sufrir más de lo necesario. Multiplica exponencialmente todo esto si hablamos de un niño de cuatro años con cáncer desde los siete meses. Los niños que se están muriendo tienen un problema que comparten con los adultos: no hay horarios laborales. No le puedes decir a la enfermedad que actúe de 8 a 15. No le puedes decir al cáncer que hoy es festivo. Lo que ha hecho ese equipo fuera de su horario laboral, lo que viene haciendo desde hace años, merece algo más que una amonestación, algo más que un apercibimiento. Merece que se replantee la relación de la sanidad pública, al menos en las comunidades en las que hay estos problemas, con los cuidados paliativos. De asistencia domiciliaria, de empatía del sistema: de saber que cuando una familia pide que su niño muera en casa, no está pidiendo que los dejen en paz, sino que le ayuden a morir en paz.