Maruja Torres sentencia lo que ocurrirá en Madrid el próximo domingo y se despacha a gusto: "Hay que encerrarlo"

Madrid

Sin necesidad de ser Marie Kondo, todos los partidarios del desorden organizado sabemos de la utilidad de las cajas de almacenaje. Esto para aquí, eso para allá. Almacenaje que resultaría sumamente práctico en el Distrito Federal, antes Madrid. El próximo domingo, la capital del Reino elevará al cubo su condición de, a ver cómo lo digo para que parezca un elogio: sí. Su condición de ciudad más cosmopolita del mundo y del Más Allá.

El Madrid que tanto hemos amado y que estamos perdiendo los apátridas más mundanos supura hoy la baba verde que se desparrama desde el Despacho Oval, o sea, que empezamos a parecernos a Washington, pero a lo grande, en su versión primitiva, cuando era un territorio pantanoso repleto de mosquitos y de enfermedades dañinas.

Ganamos en podredumbre moral. El derrame de secreciones viscosas atraviesa las puertas y copa tarimas en calles y plazas. No creamos que hablo de un problema local. Hablo del veneno paranormal con que los amos del negocio del mundo quieren abducirnos para convertirnos en siervos. Como si fuera lo más normal del mundo.

Iker Jiménez y los del aguilucho, Javier Milei y su criptocracia, la logorreica de la Comunidad madrileña y el sin sustancia del Partido Popular vociferarán este domingo en el centro de España y su veneno será distribuido por los canales habituales.

No hace falta ser Marie Kondo para saber que el fango que defecan hay que encerrarlo en una caja muy oscura, a ser posible hermética. Y que hay que liberar, hay que ventilar los desvanes en donde malvive nuestra justa ira democrática.