Ariadna Gil: "Sin ser creyente, durante años le rezaba a un Dios que me inventé"

Cuando era muy joven, Ariadna Gil, tuvo dos pasiones: una sentimental y otra que le abriría, con ocho años, el deseo de ser actriz. La primera tiene que ver con el cantautor Paco Ibáñez, con quien de pequeña quiso casarse, un enamoramiento que sólo le confesó entonces a su madre. "Conocía toda su discografía porque mis padres lo ponían a todas horas -explica la actriz-, en casa y en el coche". "Un día vi un casete y su cara y entonces le dije a mi madre que yo me iba a casar con él", a lo que entonces su madre, comenta divertida Ariadna, dijo: "Claro que sí, Ari".

La segunda de sus pasiones despertó con la muerte de Charles Chaplin, su auténtico ídolo. "La muerte de Chaplin fue la primera de la que tuve noción, y no la entendí. Yo tenía ocho años, ya quería ser actriz, y tenía el firme convencimiento de que iba a trabajar con él", recuerda.

Ajena a las costumbres religiosas, casi obligadas en la España de su infancia, confiesa sentirse, en aquella época, una niña rara cuando todo su entorno hizo la primera comunión: "Yo no hice la primera comunión, pero sí conocía a una vecina que la había hecho y por eso supe que le hicieron numerosos regalos".

Confiesa que fue entonces cuando quiso hacerla: "Mi madre me llevó a una iglesia a informarme de los trámites; había que hacer tantas cosas, prepararse tanto, todo me pareció tan oscuro, que al salir le dije a mi madre que ya iría otro día".

Ella, que no era ni es religiosa, y aunque ahora quiere leer la Biblia por entender que no hacerlo es una laguna, acabó marchándose a vivir cerca de un convento de Burgos mientras preparaba su papel de religiosa en la película Libertarias. "No me sirvió para mucho porque en la primera toma del rodaje tenía que santiguarme y enseguida escuche a Vicente Aranda que cortasen porque me había santiguado justo al revés. Un desastre", rememora.

Ha reconocido, no obstante, que durante muchos años, "antes de dormir me inventaba una oración que le rezaba a un Dios que me inventé para que pudiera pasar una buena noche y que todo lo que tenía al día siguiente me saliera bien".

De su primer gran éxito, el que la puso en el mapa de la interpretación, su papel Amo tu cama rica, rescata una anécdota que le sucedió en Palencia: "Íbamos allí a la presentación de la película, me dijeron que cuando saliera al escenario respondiera a la pregunta que siempre le hacían a un actor o actriz en una presentación, que definiera como era mi personaje. Cuando me tocó subir, me entregaron un ramo de flores que me descolocó mucho, me preguntaron por mi personaje y lo único que supe hacer, sin parar, fue llorar".