Infiltrados
Leire Díez, se llama. Según parece, se infiltró hace muchos años en el PSOE, llegó a ocupar cargos bien pagados y, siguiendo con la infiltración, se internó en las procelosas cloacas del Estado. Ahí sigue infiltrada. Periodismo al límite. Espero que pronto termine el puñetero reportaje.

Barcelona
Hay periodistas que llevan su trabajo al límite. Y más allá.
Hacia 1991, el diario “La Vanguardia” publicaba unas estupendas crónicas sobre la guerra de Croacia. Las firmaba un tal Jorge Eduardo Rozsa, boliviano de origen húngaro. Eran buenas crónicas porque estaban escritas desde el mismísimo frente bélico. En concreto, desde lo alto de un tanque.
El periodista se había alistado en la Guardia Nacional croata y lo mismo tecleaba texto que mataba gente. En cuanto se descubrió el asunto, “La Vanguardia” prescindió de sus servicios. Eduardo Rosza-Flores, que así se llamaba realmente, alcanzó el grado de comandante de las Brigadas Internacionales croatas. Había sido miembro del Opus Dei, luego se convirtió al islam y murió en 2009, tiroteado por la policía boliviana en la ciudad de Santa Cruz.
Günter Wallraff, un célebre periodista alemán, se infiltraba en los ambientes que quería investigar. Se hizo pasar por obrero metalúrgico, traficante de armas, inmigrante turco e incluso periodista sensacionalista. Sus reportajes eran tremendos.
Un periodista debe ser juzgado por sus métodos, porque no todo vale, pero sobre todo por lo que descubre. Ahí está Tintín, el famoso reportero belga, personaje favorito de muchos periodistas: Tintín no escribió una línea en su vida. Quizá por eso nos gusta. Se ahorraba la parte aburrida del trabajo.
Ahora ha saltado a la fama otra periodista que jamás ha escrito una línea. Leire Díez, se llama. Según parece, se infiltró hace muchos años en el PSOE, llegó a ocupar cargos bien pagados y, siguiendo con la infiltración, se internó en las procelosas cloacas del Estado. Ahí sigue infiltrada. Periodismo al límite. Espero que pronto termine el puñetero reportaje.
Pero en quien más esperanzas deposito es en otra periodista que al principio se infiltró en el mundo virtual de los animales de compañía, haciéndose pasar por el perrito “Pecas”, y más tarde se infiltró con gran éxito en el proceloso mundillo de la política madrileña. Ya es presidenta. Algún día, estoy convencido, escribirá un reportaje sensacional.
Me llamo Enric González. Les deseo un feliz día.