El poder del miedo para someter a los compañeros de clase: "Hacemos como que no pasa nada, porque estamos acostumbrados"

Loli Martín no dio crédito a lo que ocurrió en la graduación de su hija Belén: las dos representantes de la clase de segundo de bachillerato eran dos chicas que, a lo largo de todo el curso, habían generado problemas graves de convivencia y malestar al resto de los compañeros. Ninguno de los demás quiso hablar en nombre de un grupo del que no se había sentido parte debido a estas dos chicas, así que ellas fueron elegidas para esa tarea "sin oposición" y con la aprobación del centro.

"Pienso que no se puede hacer un discurso que represente a toda la clase si no hay un concepto de clase como tal; solo éramos muchas personas que estaban juntas en un aula porque queríamos estudiar lo mismo, pero nunca ha habido ese compañerismo", explicaba la propia Belén en los micrófonos de A vivir que son dos días. Ella misma reconocía que nadie se había presentado voluntario por el "miedo que habíamos desarrollado a participar públicamente, por pensar en el qué dirán".

Amaya ha sido testigo de todo lo que ha vivido su amiga en clase, a pesar de que ambas han acudido al mismo centro. "Yo no fui con Belén este año, no he estado con ella justo en su clase, por eso lo he visto desde fuera, de una manera más objetiva. Sí que he notado, por ejemplo, que, aunque en mi clase sí que ha habido ciertos grupos de personas separadas, eran grupos de amigos, eran grupos de personas que, aunque entre todos nos llevábamos bien, al final la situación era de compañerismo, éramos una clase. Sin embargo, en la suya, los grupos no eran grupos, eran rangos, era un 'yo estoy por encima de ti'", explicaba.

"No nos importan lo que sienten"

Una de las malas experiencias de Belén tuvo lugar en un viaje organizado por el centro escolar a Inglaterra para que los alumnos, en parejas, se hospedaran en casas de familias locales y, por las mañanas, acudieran a un colegio para dar clases de inglés. Belén, como muchos de sus compañeros, quiso participar en la actividad, pero cambió de idea cuando vio que, al no acudir ninguna de sus amigas, ninguna otra chica del curso quiso convivir con ella.

Los padres de estas chicas, tras haber abonado el importe del viaje, llamaron al centro para explicar que su hija no quería quedarse en la casa en la que estuviese Belén y, el centro, consintió esta marginación, evadiendo el problema. Finalmente, la hija de Loli no acudió al viaje a Inglaterra, sin poder dar crédito a las concesiones de la academia, al permitir que "los padres dirijan el resultado final".

La amiga de Belén aseguraba que, desde fuera, podían ver como en la otra clase había una especie de "dictadura estudiantil" por la que se sometía a los alumnos a base de miedo. "Eso de golpear a los alumnos está un poco pasado de moda, pero a nivel psicológico está bastante fuerte", decía, asegurando que, aunque seguramente sea difícil erradicar completamente el bullying físico, el acoso psicológico ha ganado poder en los últimos años.

"Hacemos como que no pasa nada, porque estamos acostumbrados a ello y valoramos tan poco realmente la salud mental de las personas que, al final, no nos importa lo que sienten. Pensamos que como no les estamos poniendo un puño en la cara, no estamos haciendo daño y eso no es así", reiteraba.