'Esmorza amb mi', la clase obrera aprende a querer y quererse en el fantástico debut de Iván Morales
La primera película del dramaturgo catalán es una adaptación de la obra teatral homónima estrenada en la Sala Becket en 2018. Álvaro Cervantes, Anna Alarcón, Marina Salas e Iván Massagué son los protagonistas

Filmax

Madrid
Es habitual que el cine mire a la clase obrera desde la condescendencia y el pesimismo, e incluso se ensañe con los personajes mostrando únicamente la precariedad, el desencanto o los problemas para tener una vivienda digna. Cansado de estos relatos, que no se desarrollan en las historias de las altas esferas, Iván Morales estrenó en 2018 Esmorza amb mi en la Sala Becket de Barcelona, una obra teatral que atravesaba el miedo al desamor y las distintas formas de querer. Ahora, siete años después de su estreno, recupera su trama y la traslada a la gran pantalla en su ansiado debut cinematográfico.
Esmorza amb mi, Desayuna conmigo en su traducción al castellano, es una película que se adentra en la cotidianidad de las relaciones personales y que fotografía, con detalle, las voces y la cultura que habitan en la Barcelona actual. El director confiesa que poder estrenar en cines este relato tan intimista ha sido un sueño cumplido. "Yo soñaba con hacer cine con Álvaro Cervantes, con llevar todo el trabajo que había hecho en teatro con Anna Alarcón y con retratar mis calles y el barrio del Raval. Hay muchos deseos que se han cumplido con esta película y no hay nada que de más paz al espíritu que ver como se cumplen tus propios sueños", relata.
Anna Alarcón, Álvaro Cervantes, Iván Massagué y Marina Salas son los protagonistas de esta historia coral que sigue la vida de cuatro personas adultas que intentan reconciliarse con ellos mismos y con el miedo que las experiencias pasadas han arrojado sobre sus propias creencias en relación al concepto de amor. Álvaro Cervantes explica que, a veces, "se asocia el desamor con algo tóxico" y expone que en esta película se plantea desde una mirada de aprendizaje y no desde el sentimiento de fracaso.
La película abre con el accidente de tráfico que sufre el personaje de Natalia (Anna Alarcón). Durante su estancia en el hospital se reencuentra con Salva, un viejo amigo del instituto al que hace más de veinte años que no ve. El personaje de Iván Massagué ha huido de su pasado como delincuente juvenil y ha rehecho su vida junto a una joven a la que da vida Marina Salas. Carlota intenta hacer las paces consigo misma y vive obsesionada con Omar (Álvaro Cervantes) un compositor de música publicitaria con una crisis personal y profesional que, a su vez, mantiene una especial relación con Natalia.
La actriz Anna Alarcón ya participó en el montaje original. "Me apetecía muchísimo volver a dar vida a Natalia", confiesa. La insatisfacción afectiva de su personaje la lleva a producir un documental, al estilo Pasolini, sobre la percepción del desamor que tiene la clase obrera. Los planos del documental se cuelan entre la trama del largometraje, provocando una atmósfera reflexiva entre el guion y las declaraciones de ciudadanos de a pie.


Con su primera película Morales ha querido romper con los tópicos que el cine ha proyectado tradicionalmente sobre la clase obrera. Apunta que Esmorza amb mi nació con la idea de ser una película popular en todos los sentidos. "A mis colegas, por mucho que les cueste llegar a fin de mes, les preocupa mucho querer y ser queridos y eso está en la película".
La película también retrata el miedo a volver a cometer los mismos errores del pasado y el dolor que producen las heridas sin sanar. "A Salva le pasa justo eso. Cree que tiene la purga hecha en su vida, que va en buen camino, pero al pulsar una mínima tecla puede estallar todo", comenta Massagué. Los personajes arrastran heridas, que no les permiten vivir el presente en libertad.
La música como evasión del desamor
El reparto se completa con la colaboración especial de Oriol Pla (Travy o Yo adicto) quien interpreta a un personaje clave que evidencia el protagonismo que la música tiene en el desarrollo de la película. Morales describe que el desamor y la música tienen un estrecho lazo popular. "Nos ayuda a conectar con nuestras emociones y a sentir que no estamos solos", anota. Sin embargo, el largometraje realiza una caricatura a la perversión del pop. Las canciones se convierten en un objeto de consumo superficial, donde los artistas cuentan sus vivencias para que sus oyentes se identifiquen. Aquí ha entrado el interrogante que Morales ha querido reflejar en la película: ¿la música tiene un efecto sanador o solo nos evade momentáneamente de nuestros problemas?
Esmorza amb mi es una crítica a los miedos y a la medicalización que genera el desamor. Morales tiene claro que "si no nos atrevemos a abrir nuestras grietas, nunca entrará la luz". Por ello, ha llevado a la gran pantalla una película que recuerde que nunca es tarde para volver a amar.

Yoel Peña
Licenciado en Periodismo que vive la profesión desde una clara vocación por la información cultural...




