Una piñata
¡Qué bonito ser ex algo, ex lo que sea, ex cualquier cosa, poder presentarte ante el mundo como alguien que ya dejó atrás el tiempo de las responsabilidades!

Ignacio Martínez de Pisón: "Una piñata"
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Madrid
Yo, que nunca he tenido nada de lo que dimitir, estoy deseando que me ofrezcan un cargo para aceptarlo y abandonarlo al día siguiente. ¡Qué bonito ser ex algo, ex lo que sea, ex cualquier cosa, poder presentarte ante el mundo como alguien que ya dejó atrás el tiempo de las responsabilidades y disfruta merecidamente de la edad de la sabiduría! Si me hubieran nombrado fiscal general, habría dimitido a la primera insinuación y habría dicho la segunda frase de la lengua española que da más gusto pronunciar, que es “¡ahí os quedáis!”.
La primera frase de la lengua española que da más gusto pronunciar es “¡te lo dije!” ¡Qué maravilla poder decir “ahí os quedáis” sabiendo que a los pocos meses podría también decir “te lo dije, te dije que era inocente”! Porque si una condena al Excelentísimo Señor Fiscal General del Estado es una piñata de la que muchos políticos y magistrados esperan una lluvia de dulces, una condena a un señor llamado Álvaro García Ortiz es una olla de barro sin nada dentro, así que ¿para qué esmerarse en demostrar una culpabilidad de la que no tendrían nada que sacar?
No te ofendas, Álvaro, no es nada personal, solo es política. Llevas ocho meses recibiendo más golpes que George Foreman de Cassius Clay, pero ya sabes que esos golpes no eran para ti sino para quien te nombró. Es lo que tiene aceptar un cargo: que recibes muchas patadas que estaban destinadas a otro culo. Pero, en fin, siempre estarás a tiempo de llamar a Moncloa y decir adiós. Decir, por ejemplo, que todo tiene un final menos las salchichas, que tienen dos.