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Las luces de la ciudad adelantan la primavera y retrasan el otoño porque engañan a las plantas

Patricia Fernández de Lis habla de varios estudios científicos en Hora 25

Las luces de la ciudad adelantan la primavera y retrasan el otoño porque engañan a las plantas

Las luces de la ciudad adelantan la primavera y retrasan el otoño porque engañan a las plantas

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Madrid

La contaminación de las luces humanas que tenemos en el planeta es tal que las plantas se creen que es el sol. La contaminación lumínica se produce por el uso excesivo y mal dirigido de la luz artificial durante la noche. Esta luz se dispersa hacia el cielo y eso provoca un montón de efectos negativos en el medio ambiente, la salud humana y la observación astronómica.

Más del 80% de la población mundial vive bajo cielos contaminados por luz, y en Estados Unidos y Europa, más del 99% de las personas no puede ver la Vía Láctea.

En concreto, la primavera urbana llega unos 13 días antes que en el campo, y el otoño se retrasa más de 11 días. O sea, las plantas en las ciudades brotan antes, y su caída se pospone.

Hasta ahora pensábamos que la culpa era solo del calor, lo que se conoce como "la isla de calor urbana", eso que sufrimos en las ciudades y que tiene que ver con la cantidad de calor que capta el asfalto de día, y luego suelta por las noches, eso que convierte a la ciudad en un infierno nocturno. Pero este estudio, de la revista Nature Cities, separa por primera vez el impacto térmico del lumínico. O sea, confirma que ya la contaminación lumínica, por sí sola, ya está alterando los ciclos vitales de las plantas.

La luz artificial actúa como una especie de sol nocturno, alargando lo llaman “el fotoperiodo”, que es la duración diaria de la exposición a la luz que recibe un organismo. Y las plantas reaccionan como si estuvieran recibiendo luz del sol más tiempo: brotan antes, conservan las hojas más tiempo y cambian sus ritmos biológicos. En ciudades como Barcelona, por ejemplo, la temporada de crecimiento vegetal es 14 días más larga en el centro de la ciudad que en el campo. En total, han analizado 428 grandes ciudades del hemisferio norte. En casi el 90% se observa este adelanto y retraso estacional.

En primavera, las ciudades más brillantes son las estadounidenses, que muestran más impacto. Pero en otoño, el problema es mayor en Europa. Claro porque aquí hay más iluminación artificial cuando el año se está acabando, así que los efectos fenológicos, que es ese término que usamos para los cambios estacionales de las plantas, se notan más en otoño.

En cuanto a las consecuencias, por un lado, podría aumentar la productividad vegetal y la captura de carbono, lo cual suena bien. Pero también puede alterar los ecosistemas urbanos, favorece la proliferación de especies invasoras y también rompe las sincronías naturales: por ejemplo, que los insectos polinizadores y las flores ya no coinciden en el tiempo. Y esto puede ser un desastre.

Es un terreno de estudio nuevo y muy vivo. Pero los expertos tienen un mensaje muy claro: más luz no significa mejor ciudad. Hay que repensar cómo y cuánto iluminamos.

 

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