Paloma de Río recuerda una anécdota con Ona Carbonell que dice mucho de la soledad de los deportistas: "Están como cartujos"
"Son niñas que viven la adolescencia prácticamente sin sus padres"

Paloma del Río recuerda una anécdota con Ona Carbonell que dice mucho de la soledad de los deportistas: “Están como cartujos”
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En su paso por Gatopardo, la sección más íntima de El Faro, Paloma del Río, referente del periodismo deportivo en España, ha compartido una reflexión profunda sobre los sacrificios que rodean a los deportes minoritarios de alto nivel. Lejos de los focos del fútbol o el baloncesto, Paloma habla de niñas y niños que, desde muy pequeños, se entregan por completo a disciplinas como la gimnasia rítmica o la natación sincronizada, con un coste emocional y familiar que pocas veces se visibiliza.
"Cuando no cuentas con el dinero que tiene un club de fútbol, todo empieza con una niña que va a clase de gimnasia rítmica", explica. "Y de repente eso funciona, y empiezan los viajes, los entrenamientos... por lo que el acompañamiento de las familias es fundamental desde que son pequeños".
Paloma subraya el papel silencioso de madres y padres que sostienen los sueños de sus hijos, muchas veces a costa de su propio bienestar. "Son niñas que viven la adolescencia prácticamente sin sus padres. Con tanto viaje, están como aisladas, como si fueran cartujos o cartujas dedicadas a su deporte".
Para ilustrar esa soledad, ha compartido una anécdota que vivió con la nadadora Ona Carbonell. "Un domingo por la tarde, Ona, que estaba entrenando en el CAR de Madrid, dijo: '¿Alguien me puede llevar a Madrid a dar una vuelta?' Y yo me acerqué con el coche. Nos fuimos a dar una vuelta porque necesitaba salir, ver algo más allá del centro de alto rendimiento. Necesitan vida, aire, contacto humano".
La periodista también ha recordado una conversación reciente con Almudena Cid sobre el desarraigo que sufren muchas jóvenes deportistas cuando, tras destacar en sus inicios, son trasladadas a centros de alto rendimiento lejos de sus hogares. "Empiezan como un juego, una actividad extraescolar, y si van bien, acaban en el CAR de Barcelona o de Madrid". "Con 17 años se encuentran fuera de su ambiente y lejos de sus padres. Hay que tener mucha cabeza para aguantar eso", reconoce la periodista.
Y a todo esto se suma el esfuerzo económico. "El peaje profesional, personal, familiar… la de cosas que te pierdes", lamenta. "Si no eres de la ciudad, no tienes amigos. Y todo el aporte económico que hace la familia en un primer momento es enorme".

Paloma recuerda el caso de una gimnasta que no quería retirarse porque su madre, limpiadora de escaleras, dependía de la beca de su hija para tener una vida un poco mejor. "A veces ellas se lo devuelven. Pero el esfuerzo inicial es brutal", ha concluido.




