La razón por la que Juan José Millás pudo haber sido obispo

Madrid, León

En su Decálogo para cuentistas Julio Ramón Ribeiro apuntaba que una historia puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada, si es inventada debe parecer real. Esto ha pasado con una parte de la vida de Millás que aparece en dos de sus libros y que nadie se ha creído hasta que hemos encontrado a un testigo.

Érase una vez un chico de 15 años con una fuerte educación religiosa y, como es habitual a esa edad, con más dudas que certezas. Decidió entrar en el seminario que la congregación de misioneros Oblatos tenía en El Abrojo, Valladolid, siguiendo los pasos de su tío, la búsqueda de Dios y de posible aventura misionera. En aquella época los seminarios estaban llenos de niños procedentes de pueblos pequeños que veían en la “vocación” una oportunidad para estudiar y tener un futuro mejor que el presente de sus padres. La misma oportunidad que hoy ven jóvenes de países desfavorecidos y que confirma esa relación que siempre ha habido entre religión y pobreza. De su promoción ninguno hizo carrera sacerdotal. De la del Padre Baudilio, dos cursos por encima del de Juanjo, solo él.

En su encuentro radiofónico han recordado los días de estudio, los trabajos en el huerto o pelando patatas para la muy valorada tortilla que comían una vez a la semana. El miedo y el sentimiento de culpa. “Éramos adolescentes y ni se nos ocurría masturbarnos. Un día encontraron la foto de una chica en el pupitre de un compañero, le metieron en un tren y nunca más volvimos a verle”. El carácter de Juanjo ya apuntaba maneras. “El profesor de literatura alababa su forma de escribir”. No fue allí donde Millás se estrenó como escritor, pero sí como lector. En la gran biblioteca del centro descubrió a Galdós y a Dovstoieski. Y entre los pupitres de clase organizó alguna que otra rebelión que no llegó a buen puerto. Después llegó el noviciado y, para él el final de la aventura. “Llevábamos un diario en el que anotábamos nuestras reflexiones y dudas. Al leerlo me invitaron a abandonar”. Baudilio continuó, terminó el noviciado y el escolasticado y se fue a estudiar Filosofía, Teología y Sociología a la Universidad de Lovaina. Después se dedicó a enseñar. Fue profesor en el colegio de Loreto y en otras universidades. Su relación con la fe ha tenido altibajos. “Siempre hay dudas y momentos de crisis. Creo en un Dios muy corregido respecto al que me enseñaron en el seminario. Pero estoy donde debo y soy quien siempre he querido ser”. Baudilio se salvó y Juanjo ¿se perdió?