Acusaciones fuera de lugar

Madrid

El expresidente José María Aznar tiene una tendencia muy desagradable a poner en duda las instituciones del Estado democrático. Quizás no lo pretende, pero lo hace con relativa frecuencia y en momentos muy complejos. Esta vez, por ejemplo, ha dicho textualmente que si alguien es capaz de adulterar unas elecciones internas de un partido, ¿por qué no las generales? La respuesta es muy sencilla, las elecciones generales dependen de un complejo sistema institucional que garantiza su plena limpieza. Aznar pone en duda la autoridad y eficacia de la Junta Electoral Central, el organismo que en España tiene como función «garantizar la transparencia del proceso electoral y supervisar la actuación de la Oficina del Censo. Está formada por 8 vocales magistrados del Tribunal Supremo y cinco catedráticos en activo elegidos por el Congreso de los Diputados. Es decir, poner en duda la limpieza de unas elecciones generales es poner en duda la integridad de la Junta Electoral Central. No es la primera vez que el expresidente Aznar cae en acusaciones tan fuera de lugar. Siendo presidente del Gobierno puso en duda una y otra vez la integridad de la policía, cuando insistió en sembrar la sospecha sobre la autoría de los atentados del 11-M, pese a que la policía ya había dejado perfectamente claro que fueron responsabilidad de un grupo de terroristas islámicos. Es una pena que un ex presidente del Gobierno tenga tan poco respeto por el Estado.