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China, llave en mano

La hegemonía china llegará llave en mano, invisible a nuestro escrutinio técnico, como una tecnología superior que no estamos capacitados para entender, y que en todo caso tendremos difícil copiar

Donald Trump, presidente de Estados Unidos y Xi Jinping, presidente de China, el pasado 29 de junio en la reunión del G-20 en Osaka / Kevin Lamarque (Reuters)

Donald Trump, presidente de Estados Unidos y Xi Jinping, presidente de China, el pasado 29 de junio en la reunión del G-20 en Osaka

Madrid

Que Trump haya aprovechado la primera ocasión para demostrar la supremacía militar de Estados Unidos, aunque sea a costa de negar una de sus principales promesas de campaña, es totalmente coherente con la necesidad de reafirmar el papel de su país como superpotencia en un momento en que su poder tecnológico está siendo desafiado de manera indiscutible por China.

La llegada a partir de este verano a Figueruelas - el municipio cercano a Zaragoza donde se encuentra la planta automovilística de Stellantis – de casi dos mil técnicos chinos para construir una gigafactoría de baterías para coches eléctricos es un pequeño ejemplo de ese cambio de paradigma tecnológico a nivel mundial.

China se ha convertido a gran velocidad en el país que lidera la movilidad eléctrica. No solo produce y vende coches con más autonomía, más equipamiento y menor precio, sino que sus empresas punteras como CATL y BYD están en una asombrosa carrera para convertir la engorrosa tarea de recargar la batería de un coche eléctrico en una operación tan simple y rápida como es hoy llenar un depósito de gasolina.

Cuando todavía no nos hemos desprendido del todo del tópico de país que copia e imita a bajo coste y peor calidad -los “Todo a cien” se han consolidado en nuestros barrios-, la China actual empieza a mostrar signos elocuentes de estar en condiciones de competir y ganar la carrera tecnológica con Estados Unidos. La implacable y exitosa estrategia de Pekín fue utilizar su mano de obra ultrabarata para atraer inversiones extranjeras y convertir sus fábricas en elementos imprescindibles de las cadenas de producción globales, mientras en paralelo ponía en marcha un plan masivo de transferencia de tecnología, de formación de ingenieros y técnicos a una escala incomparable a nivel mundial, y apoyo a la creación y desarrollo de grandes empresas tecnológicas propias.

Hoy China ya tiene todo eso y no va a ser una guerra de aranceles lo que la derrote, porque ha trasladado su gigantesca dimensión demográfica -1.400 millones de habitantes- a todos los frentes del desafío tecnológico global. Cada año da tantos títulos universitarios en disciplinas STEM como los que da Estados Unidos sumando los grados universitarios, másteres y doctorados en todas las materias. Eso le permite liderar cada vez más ámbitos críticos del conocimiento. Por ejemplo, cuenta con 39 universidades que forman ingenieros en el uso de tierras raras -indispensables para las industrias de telecomunicaciones y computación, mientras que en Europa y Norteamérica solo se han algunos cursos ocasionales. Y en inteligencia artificial ya ha mostrado que es una carrera que no está dispuesta a perder y que no solo cuenta con los recursos suficientes para hacerlo, sino que además está introduciendo la IA a toda velocidad en sus industrias.

La noticia de la construcción de la gigafactoría de baterías en Aragón fue saludada como un hito que garantizaría la transición de la potente industria del automóvil de la región a la movilidad sostenible. Que el socio tecnológico de referencia fuese China es algo que se ha aceptado sin pestañear ante la evidencia de que nadie más en el mundo está en capacidad de hacerlo.

Sin embargo, ha sido la noticia inesperada de que vendrán 2.000 chinos a montar la gigafactoría -y a vivir junto a ella- la que de repente nos ha hecho a todos tomar conciencia de que estábamos en el siglo XXI y que pronto el inglés ya no será la única lingua franca. La hegemonía china llegará llave en mano, invisible a nuestro escrutinio técnico, como una tecnología superior que no estamos capacitados para entender, y que en todo caso tendremos difícil copiar. Bienvenidos al futuro.

José Carlos Arnal Losilla

José Carlos Arnal Losilla

Periodista y escritor. Autor de “Ciudad abierta, ciudad digital” (Ed. Catarata, 2021). Ha trabajado...

 

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