Maruja Torres no puede evitar acordarse de uno de los mayores desastres del mundo en plena noche de San Juan
Ese instante de vigilia, verbena y portal del verano es lo que se ha jodido, permítanme la ordinariez, en este año de desgracias y de infamias

Maruja Torres: "El umbral que nos separa de la barbarie es tan frágil y breve como un cruce de caminos"
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Madrid
La fiesta de Sant Joan, la verbena, tiene para los barceloneses de mi generación, que fuimos pobres de barrio en la ciudad gris y vencida, un esplendor de adjetivos a lo Juan Marsé. Más que las fogatas, o al mismo tiempo, resplandecía para nosotros la promesa del verano.
Ayer pensé en ello, viendo por no sé cuánta vez a Hercule Poirot. Le decía el detective belga de Agatha Christie, encarnado con extrema sensibilidad y compasión por David Suchet, le decía, digo, a uno de los personajes, que el mejor momento de algo que empieza es cuando uno se detiene en el umbral y espera aquello que va a suceder.
Ese instante de vigilia, verbena y portal del verano es lo que se ha jodido, permítanme la ordinariez, en este año de desgracias y de infamias. Deja en el paladar el regusto amargo de la pólvora, no la de los petardos, sino la del signo de unos tiempos brutales en los que ya estamos enzarzados, lo queramos o no.
Cuando yo era pequeña las hogueras se hacían en la intersección de dos calles, y los más valientes las saltaban. Con chispas en los ojos, porque todo estaba por inaugurar. El calor, la gaseosa, los cubos y las palas para fantasear con la arena, los sombreros de paja y los bolsos de lona. Era la edad de la inocencia, que resistía incluso a la rabia cotidiana y al escarnio social.
Hoy se hace fuego con los niños de Gaza y el umbral que nos separa de la barbarie es tan frágil y breve como un cruce de caminos.

Maruja Torres
María Dolores Torres Manzanera (Barcelona, 16 de marzo de 1943), más conocida como Maruja Torres, es...




