Qué hay de cierto detrás de la piedra del rayo y cuáles son sus beneficios reales

En muchos museos del mundo, entre vitrinas de restos arqueológicos y herramientas prehistóricas, puede encontrarse un objeto curioso que suele pasar desapercibido: una piedra oscura, pulida, de forma alargada. A menudo, los visitantes se preguntan: ¿y esto qué es? La respuesta puede sorprender: es una piedra del rayo.

Este fascinante tema fue abordado en un episodio del pódcast SER Historia, de la SER, donde se explicó el origen, la historia y las creencias que rodean a estas misteriosas piedras.

Hoy en día, la ciencia ha desvelado su origen. Se trata de concreciones de arena fundida por el impacto de un rayo sobre el suelo. La descarga eléctrica, al alcanzar la tierra, genera un calor tan intenso que fusiona los granos de arena, formando una estructura sólida. Sin embargo, durante siglos, estas piedras fueron envueltas en un halo de misterio y creencias populares.

En muchas culturas, estas formaciones naturales se confundieron con antiguas hachas pulimentadas del Neolítico. Su forma y acabado resultaban tan sorprendentes que, al no comprender cómo podían haberse fabricado, se atribuía su origen a algo sobrenatural, el rayo. Así nació la idea de que eran piedras caídas del cielo, cargadas de poder.

Estas piedras no solo se consideraban objetos arqueológicos, sino también amuletos protectores. Se creía que, al haber sido tocadas por el rayo, tenían la capacidad de repelerlo. Por eso, muchas personas las llevaban consigo o las colocaban en sus hogares, convencidas de que así evitarían ser alcanzadas por una tormenta.

La creencia se extendió por todo el mundo, y cada cultura les dio un nombre distinto. En Islandia, se conocen como piedras del trueno, en Java, como dientes del rayo, en Hungría, como flechas de Dios y en Cataluña, como pedres de Jan (piedras del fuego).

¿Y qué beneficios reales tienen?

Desde el punto de vista científico, estas piedras no poseen propiedades especiales más allá de su interesante origen geológico. No repelen rayos, ni protegen mágicamente a quienes las poseen. Sin embargo, desde una perspectiva cultural, simbólica o espiritual, su valor es incalculable.

Estas creencias reflejan cómo el ser humano ha intentado, a lo largo de la historia, dar sentido a lo inexplicable. La piedra del rayo es un ejemplo fascinante de cómo la ciencia y la superstición han convivido, y de cómo un simple objeto puede convertirse en símbolo de protección, poder y conexión con lo divino.