'El cielo protector', una de las 100 mejores novelas del siglo XX

Paul Bowles nació en Nueva York en 1910 y murió en Tánger en 1999. Viajero, compositor y escritor, es una de las figuras centrales de la cultura del siglo XX. Casado con la también escritora Jane Bowles, es autor de cuatro novelas, más de sesenta cuentos y numerosas piezas musicales y relatos de viajes. Es el autor de 'Déjala que caiga', 'La casa de la araña', 'La tierra caliente' y 'Muy lejos de casa'.

'El cielo protector' se publicó en 1949 y está considerada como. Como dijo Tennessee Williams, ésta es «una novela salvaje y aterradora, una alegoría del hombre y sus desiertos». Habla de la soledad, de la búsqueda de la propia identidad, de la posibilidad de escapar y tiene un personaje femenino inolvidable.

Los personajes de 'El cielo protector' están en permanente estado de tránsito, y huyen de una tristeza que siempre les persigue. Son viajeros que llevan sobre sus hombros el precio de su propio dolor y navegan entre dos mundos, el occidental, del que se muestran cansados, y el africano, que les fascina pero del que se sienten ajenos. Como señala Gaspar Jover Polo en Culturamas, uno de los temas más importantes para Paul Bowles es dejar clara la enorme distancia cultural que existe entre los protagonistas, los sofisticados y aburguesados esposos que viajan por el norte de África, y la civilización árabe más genuina, la existencia de un muro impenetrable entre ambos mundos.

El propio Bowles desmintió que el personaje femenino estuviera inspirado en su esposa –Jane Bowles, también escritora–, tal como sugirió la crítica literaria en su momento por tener los protagonistas muchas similitudes con estos autores, que eligieron dejar los Estados Unidos en 1947 para vivir definitivamente en Tánger. También señaló que la acción de la novela sucede en dos planos, el desierto africano exterior y el desierto interior de los protagonistas. Bowles dijo que el desierto del Sáhara era “el lugar más bello del mundo, precisamente porque allí no hay nada. El cielo tiene luz, pero no es verdad, no está allí. Solo está la noche, siempre”.

Como indica Lucas Ferreira Hernández, Paul Bowles deja a un lado los tópicos, lo suyo no es describir paisajes, escenarios, tipos y costumbres locales a modo de un cronista periodístico. No solo desplaza a sus personajes a través del Sáhara, sino que es capaz de hacerlo también en un mapa paralelo marcado a fuego en la profundidad de cada ser humano y cuyas coordenadas son el corazón, la cabeza y el estómago. Su escritura relata varios viajes a la par, uno en grupo, y otros tantos individuales como personajes principales. La narración de Paul Bowles es pura evocación. La atmósfera se hace más densa y brutal a medida que avanzan las páginas. Entonces lo que era un viaje trazable se convierte en una deriva sin coordenadas geográficas, pero que se hace más profundamente humano, deja de existir lo material y se pasa esa línea invisible que da paso a lo espiritual.