"Fue como llevar un pasajero más... pero con bigotes": la historia del hombre que lleva 11 años haciendo el mismo trayecto en BlaBlaCar
Jesús Rueda lleva más de una década viajando junto a su mujer entre Madrid y Denia, donde ha acumulado cientos de anécdotas

"Fue como llevar un pasajero más... pero con bigotes": la historia del hombre que lleva 11 años haciendo el mismo trayecto en BlaBlaCar
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Madrid
Este fin de semana miles de personas saldrán de sus comunidades rumbo a sus destinos vacacionales, y aunque antes lo común era viajar en coche propio, cada vez más gente opta por compartir vehículo. Uno de los impulsores de esta tendencia es BlaBlaCar, que prevé registrar el desplazamiento de más de 130.000 pasajeros.
Jesús Rueda, conductor habitual en esta plataforma desde hace más de una década, viaja con frecuencia entre Madrid y Denia junto a su mujer y los pasajeros que deseen hacer ese trayecto.
En estos años ha visto cómo el perfil de los viajeros ha ido evolucionando: "Al principio eran estudiantes que venían a Madrid a estudiar o gente que empezaba a trabajar. Pero desde hace cuatro años, viajan conmigo inmigrantes que van a trabajar a Madrid".
Una década de anécdotas
Gracias a las charlas y consejos de sus acompañantes, Jesús y su mujer conocen Denia como si hubieran nacido allí. Ahora son ellos quienes recomiendan dónde comer o qué visitar a los nuevos viajeros.
Además de aprender de ellos, Jesús ha podido construir una amistad con muchos de los que le acompañan en el trayecto. Es tanta la confianza entre el conductor y algunos pasajeros, que muchos llaman al teléfono de Jesús para asegurarse una plaza en su coche. "¿Vas a poner el anuncio para la semana que viene?", le preguntaba uno de ellos.
Entre anécdotas curiosas que ha ido acumulando en esta década, Jesús destaca una muy especial: un hombre le pidió que llevará a su gato como pasajero. "Me dijo que el gato viajaba solo", recordaba. Resulta que el hombre había comprado el gato a una persona que vivía en la Sierra de Madrid y Jesús se convirtió en parte del intercambio. "Tuve que mandarle una foto al comprador para que se asegurase de que el animal estaba bien, y el vendedor no me lo quiso dar hasta que el comprador hiciese el pago", ha recordado. Una vez solucionado, ya pudieron emprender el viaje. "Fue un viaje muy simpático, paramos hasta para darle de comer. Fue como llevar un pasajero más... pero con bigotes", ha concluido.




