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Ha pasado a la historia como un genio del cine, pero tuvo que trabajar sin descanso porque lo perdía todo en el casino

Confesó que unos mafiosos llegaron a colgarlo por los talones para forzarlo a saldar sus deudas

Ha pasado a la historia como un genio del cine, pero tuvo que trabajar sin descanso porque lo perdía todo en el casino

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Walter Matthau, con su talento para la comedia y el drama, es recordado como uno de los grandes actores del siglo XX. Pero detrás de su éxito en la gran pantalla se escondía una vida marcada por una lucha constante: su adicción al juego, una debilidad que lo llevó a perder grandes sumas de dinero y a aceptar trabajos que no siempre estaban a la altura de su talento.

Matthau no solo era un jugador compulsivo, sino que, según el director Don Siegel, disfrutaba más perdiendo que ganando. Su emoción no venía del riesgo, sino del fracaso. En una anécdota reveladora, Siegel cuenta que Matthau se alegró al recibir un cheque de devolución de una apuesta perdida, como si el acto de perder fuera parte del placer.

Esta actitud lo llevó a situaciones extremas. En una ocasión, perdió 183.000 dólares en solo dos semanas, una deuda que tardó años en saldar. Incluso llegó a confesar que fue colgado de los talones por mafiosos para obligarlo a pagar sus deudas. Su estilo de vida lo empujó a trabajar sin descanso, aceptando papeles en películas que no siempre eran memorables.

Una filmografía extensa y desigual

La necesidad de ingresos constantes hizo que Matthau tuviera una carrera cinematográfica muy prolífica. Alternaba obras maestras como La extraña pareja (1968), Charley Varrick (1973) o The Fortune Cookie (1966), con películas menores o claramente alimenticias como Hello, Dolly! (1969) o Dennis the Menace (1993). Su participación en tantos proyectos no siempre respondía a una elección artística, sino a una urgencia económica.

Su adicción no solo afectó su economía, sino también su salud. En 1966 sufrió un infarto, y su médico lo atribuyó al tabaquismo, la falta de ejercicio y el estrés provocado por el juego. Pero ese no fue su único problema. En 1999 fue hospitalizado por una neumonía grave y también se sometió a procedimientos médicos como colonoscopias. A pesar de estos contratiempos, Matthau siguió trabajando, mostrando una tenacidad que lo definía tanto en lo profesional como en lo personal. Finalmente, el 1 de julio del año 2000, falleció a los 79 años tras sufrir un ataque al corazón. Su muerte sorprendió a muchos, ya que, pese a sus problemas de salud, seguía siendo una figura activa y querida en el mundo del cine.

 

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