Eva Morell: "Hay gente que paga mucho dinero por encerrarse en una habitación totalmente aislada y oírse a sí mismo con sus pensamientos"
Aimar Bretos entrevista a la autora del libro 'Refugios: Una historia de cabañas' (Debate)

Madrid
"Yo me enamoré de una cabaña, creo que es la cabaña más bonita del mundo. Está en Sierra Nevada". La periodista Eva Morell tiene una relación especial con las cabañas desde muy pequeña. Dice, de hecho, que su primer amor fue una cabaña. "Supe muy prontito lo que era el amor del bueno", dice en una entrevista con Aimar Bretos en Hora 25. Ese amor, esa "filia", como dice, se ha trasladado ahora a un libro: 'Refugio: Una historia de cabañas', de la editorial Debate.
"Tengo una filia preciosa, me obsesionan muchísimo desde que era pequeña, me dan paz", dice Morell, que explica que llega a existir el "porno de cabañas". Las cabañas no son sólo la imagen que tenemos todos de una cabaña en un bosque. "Mi cabaña es un ideal, es una filosofía, es una religión: es un espacio en el que tú te sientes a gusto y te sientes súper seguro. Puede ser físico o no ser físico", añade.
La autora habla también de la necesidad de un refugio. Todos necesitamos uno al que acudir cuando todo lo demás nos resulta ajeno, inseguro, violento. Un refugio, dice, puede ser incluso un avión. Morell reconoce que un viaje en avión es una especie de paréntesis en el que el tiempo se detiene y, sobre todo, se aprovecha mucho más. "Lo he mimetizado con mis rutinas. Es como el vagón silencio del AVE. Me tienes ahí tres horas y te saco el curro de una semana", explica la periodista, que reconoce que "en momentos de estrés y necesidad he ido a pasear por el supermercado". Y asegura que esto es compartido con mucha gente. "Soy súper fan de la parte de conservas".
¿Qué son las terapias forestales?
"Las terapias forestales son un invento maravilloso que hemos traído de Oriente", responde Morell. Es una terapia que nació en los años 80, en Japón, y que busca alcanzar el bienestar de las personas apreciando el silencio. Es entonces cuando la nada se convierte en todo. "El teórico de esa terapía concluyó que el contacto con los árboles, estar parado en un bosque y respirar y escuchar los árboles y los pájaros contribuía al bienestar del ser humano y contribuía los picos de cortisol tan grandes y que estuviéramos relajados", dice Morell. "Desde la pandemia en Europa hemos decidido que era una buena idea".
Esa es la explicación bonita. La práctica: estar pagando por el silencio. Pagar por ir al bosque a escuchar el silencio. "Es una de las cosas que más he disfrutado escribiendo porque al final es un libro que trata sobre las cabañas pero también es una crítica a cómo los espacios y necesidades que tenemos como seres humanos están capitalizados a día de hoy", concluye la periodista. Porque hoy pagamos por todo. "Hay gente que paga por encerrarse en una habitación totalmente aislada y oírse a sí mismo con sus pensamientos. Y paga mucho dinero".
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