Carolina Yuste y su relato feroz y tierno de la adolescencia: "Recuerdo mucha diversión y mucha crispación"
La actriz publica su primera novela, 'Toda mi violencia es tuya', un relato tierno y feroz de la adolescencia en la Badajoz de los años 2000

Carolina Yuste vivió su adolescencia en una ciudad de provincias, en Badajoz. Creció, como muchas chicas, sin tener relatos que hablaran de eso que pasaba a su alrededor: el despertar sexual, la violencia y la amistad. Ahora, después de ganar dos premios Goya como actriz, de dirigir su primer cortometraje, publica un libro que recoge precisamente ese relato que tanto echó en falta en su juventud. "Desde que empecé a trabajar como actriz siempre he tenido mucha tristeza y mucha pena y mucha rabia de que no existan, salvo Los santos inocentes y poco más, narrativas y ficciones de mi tierra en la que yo me sintiese representada en lo provincial", nos dice en una entrevista en la Cadena SER.
ToDa Mi VioLeNciA eS tUyA ^^, publicada en la Editorial Barrett, es una novela donde la autora nos sumerge en los 2000 y en ese paisaje extremeño que la vio nacer y crecer. "No dejo de ser yo la que escribe, pero esta es una historia de ficción en la que yo veo a toda una generación, sobre todo a una generación en provincias, que no teníamos como acceso al capital cultural, que yo creo que es una de las cosas que más desigualdad genera y que, además, a mí me genera mucha envidia".
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Carolina Yuste y su relato feroz y tierno de la adolescencia
La novela empezó primero como un guion, pero después, fue surgiendo la idea de hacer una novela donde hubiera dos líneas temporales, la de una chica a los treinta que vive en Madrid y estudia danza y que mira al pasado, a esa etapa vital de la adolescencia que marcó lo que es hoy y los traumas y las heridas a las que se enfrente. "La idea era que todo formase parte de la misma cosa, es decir, que todo el dolor, la ira, la rabia, tuviese la luz, el amor y la ternura, porque para mí todo es lo mismo", reconoce la escritora que aborda temas, a través de cada uno de los personajes femeninos, como el aborto, los trastornos de la alimentación. "Todo el texto es muy físico, porque para mí está atravesado por el cuerpo y la palabra. En nuestra generación, y yo la primera, todas hemos sido atravesadas por los trastornos de la conducta alimentaria. Y las veces que yo lo he visto en la ficción siempre me ha parecido muy superficial, siempre me ha parecido que se habla de los trastornos de la conducta alimentaria como si ese fuese el final de algo y a mí me parece que es el síntoma de algo mucho más profundo", explica sobre la bulimia.
Aparece también la violencia de género, la precariedad o la desilusión de una generación, aquella que en los dos mil entró en contacto por primera vez con la política, a través de las protestas contra la Guerra de Irak. "Es muy fuerte cuando recuerdo que en esas semanas, en mi colegio, hubo un montón de manifestaciones contra la violencia de la guerra; sin embargo, a la vez, hubo un montón de movidas chungas, de peleas entre los alumnos". Es el ejemplo de que la violencia estuvo y está presente y genera ciertas heridas y traumas que cuesta olvidar. "Yo de aquella adolescencia recuerdo mucha diversión, pero mucha crispación también, como una sensación de de olla a punto de explotar".
El libro recuerda, por su fuerza y originalidad, a Panza de burro, de Andrea Abreu. El habla canaria servían para que las lectores y lectores se adentraran en la historia de una joven canaria y en la violencia que había a su alrededor. Aquí hay una protagonista, este trasunto de la propia autora, pero se suman muchos personajes, los que componen ese grupo de amigas que se ayudaban y se acompañaban en el instituto, en las fiestas del pueblo y después de cada decepción amorosa. Carolina Yuste utiliza el lenguaje de su localidad, algo que tuvo muy claro desde el principio. "Me da mucha rabia que se diga que hay un castellano que es el bueno o el correcto. Yo quería escribir la parte que ocurre en Badajoz, como yo hablaba cuando tenía 15 años. Es algo que tenía que ver con cómo olía aquella época, con un tempo. Conforme iba escribiendo, me di cuenta que aparte del sentido, a mí me gusta escribir casi como si fuese música, como si tuviera un ritmo la palabra". Ese ritmo y ese tempo se acompañan de letras de canciones, que forjaron o acompañaron a una generación, que les explicaron cómo divertirse, bailar y amar, aunque ese amor, como se ve en el relato, fuera tóxico. "Creo firmemente en el poder catártico de la cultura y del arte, y creo firmemente en la sublimación de las heridas colectivas para iluminar y para mostrar y con eso caminar", nos dice la actriz y escritora.

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...




