Groenlandia y los zombies

Madrid

Desde hace diez días Dinamarca ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea. Sería una noticia meramente burocrática, de agenda, si no fuera por dos características que la hacen especial.

En primer lugar, la posesión de una región autónoma llamada Groenlandia, que es objeto de deseo de Donald Trump incluso antes de entrar en la Casa Blanca. Y no solo de él. Trump quiere anexionar Groenlandia a los Estados Unidos por su posición estratégica en el océano Ártico, y por poseer abundantes reservas sin explotar de minerales (algunas de las denominadas tierras raras, tan necesarias para el desarrollo de las nuevas tecnologías), gas natural y petróleo.

Trump ha declarado que la zona es de “absoluta necesidad para la seguridad de EEUU”, mientras los daneses, en un reverdecido nacionalismo, contestan que Groenlandia no está en venta. China y Rusia compiten con EEUU por la influencia en el Ártico.

La segunda característica de Dinamarca en estos momentos, cada vez menos singular, es que teniendo un gobierno socialdemócrata, no conservador, está aplicando políticas muy restrictivas a la inmigración.

Será muy sugerente seguir lo que sucede en este semestre en el país nórdico que, además, posee otra peculiaridad: no forma parte del euro porque sus ciudadanos se negaron a la moneda única en referéndum.