Recibió la visita de dos cicloturistas cuando vivía la opresión de Siria y ahora ayuda a otras mujeres a recorrer ultradistancias

Madonna Deeb llegó a España huyendo de la guerra en Siria. En nuestro país descubrió el ciclismo como una forma de reconstrucción y para reivindicar la libertad que en su país no tenía por el mero hecho de ser mujer. Ahora, es ella la que ayuda a otras chicas a formar parte del deporte, según cuenta en SER Deportivos.

Su historia se explica desde su vida en Siria, donde pertenecía a una minoría por ser cristiana y además mujer. "Cristiana, chica... en un mundo dominado por hombres. Son más restricciones. La guerra vino y aceleró todo, pero todo empezó antes. Quería explorar mi vida y no quería vivir con limitaciones. No quería que mi único mi objetivo fuese casarme, ser ama de casa y tener hijos", explica

Antes de llegar a España, Madonna Deeb no hacía deporte, en parte porque la sociedad en la que vivía no le permitía hacerlo por ser mujer. "Hay ciertas cosas que las chicas no las pueden hacer", lamenta. Pero todo cambió en 2010, cuando ella tenía 19 años. Por casulidad conoció a dos cicloturistas que viajaban de Londres a Sídney cruzando por Siria y recaudando dinero para investigación de tumores cerebrales. "Les invitamos a casa a comer y cuando los vi pensé que algún día quería ser como ellos", reconoce.

Fue entonces cuando viajó a España junto a su hermano a finales de 2012, y en 2015 emprendió su primer viaje sola. "El ciclismo ha sido mi libertad 100%. Este primer viaje, que antes no hacía ni deporte ni ciclismo, fue de Londres a Santiago de Compostela. Fue un cambio bestial en mi vida", recuerda. "Desde entonces dije que quería más y más. Es muy adictivo. Me gusta la ultradistancia porque quiero hacer más kilometraje. Creo que el motivo de tener ganas de estar siempre encima de la bici es por la situación que vivía antes. Ponerme ahí permite que otras mujeres vean que es posible", explica.

Ahora colabora con Transibérica Ultracycling, que es un evento de ciclismo de ultradistancia que se desarrolla a través de la Península Ibérica y que cruza los Pirineos. El recorrido, de aproximadamente 2.600 km, incluye algunos de los puertos y pueblos más desafiantes de la península. "Subes con mochilas encima, tienes que gestionar todo, la logística, comer, dormir y todo. Hay una ruta fija, pero lo que puedes hacer es una etapa, sumar kilómetros y dormir poco, todo para llegar a meta en tiempo antes de que cierre el control. Es aventura y tienes que sufrir. En el ciclismo siempre hay que sufrir un poco, pero llegar es otra cosa", señala Madonna Deeb.

Pero su labor no es solo subirse a la bici y sufrir, también es el de ayudar a que otras mujeres se animen a hacer lo mismo que ella, hace más diez años, veía como imposible. "Trabajamos a través de campamentos, con la idea de priorizar la participación femenina con descuentos a la hora de apuntarse, hablar más con ellas, poner más historias de chicas que han estado en situaciones similares y que están allí haciendo retos. Es importante para las mujeres que crean en sí mismas porque el poder de la mente puede mover montañas. Lo digo por experiencia propia, porque he estado en situación de que no puedes montar en bici y ahora puedo influir en algo para poder aumentar la participación femenina", termina.