"Me parece inhumano y egoísta que alguien se oponga a que los familiares busquen a sus parientes asesinados"

La memoria es una forma de habitar el pasado, es aquello que elegimos recordar, y también aquello que no podemos olvidar, nos define, nos duele, nos da sentido. Hay memorias individuales que cuando se narran se vuelven colectivas y hay quienes hacen de ese ejercicio de reconstrucción, un acto de escritura, de justicia y de amor. Y la escritora argentina Leila Guerriero (Junín, 1967), experta cronista de relatos de memoria colectiva, ha pasado por los micrófonos de En clave de Rhodes para hablar precisamente de la memoria.

Su última llamada, La llamada, cuenta la historia de Silvia Labayru, una exmilitante de la organización guerrillera Montonero que, con apenas 20 años, fue secuestrada por Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), durante la dictadura en Argentina. En las algo más de 400 páginas que conforman la novela, la escritora da voz a una de las pocas personas que sobrevivieron al régimen. Un proyecto de reconstrucción que ha visto la luz tras un proceso largo de entrevistas, no solo con la protagonista, sino también con gente de su entorno, tanto personal como del cautiverio.

La dictadura militar argentina conocida como el Proceso de Reorganización Nacional cayó en 1983, pero aún quedan heridas abiertas tras un proceso de justicia transicional que sirvió de ejemplo para el mundo, viendo en los tribunales civiles a los opresores. "Con la respiración de la dictadura en la nuca de los fiscales y jueves, fue una decisión sumamente valiente", reconoce Guerriero.

De igual manera, muchas personas en España buscan una reparación a día de hoy en España tras las muertes y desapariciones que tuvieron lugar durante la dictadura franquista. Se calcula que hay más de 100.000 personas enterradas en fosas comunes. Personas que fueron asesinadas durante la Guerra Civil y cuya memoria se va perdiendo con el tiempo. En 2019, el cuerpo de Francisco Franco fue retirado del Valle de los Caídos, 44 años después de su entierro, mientras que el del fundador de La Falange, José Antonio Primo de Rivera, lo abandonaron en 2023. Pero a diferencia de sus restos, siguen en el Valle de Cuelgamures más de 33.000 víctimas del conflicto que fueron trasladados sin permiso de sus familiares, y sin diferenciar unos cuerpos de otros.

La escritora afirma, desde la propia experiencia de su país, Argentina, que existe una resistencia a respetar esa memoria democrática porque, para muchos, es "una conversación muy incómoda". "Me parece terrible, horroroso, incluso inhumano y egoísta, que alguien se oponga a que los familiares busquen a las personas desaparecidas, entre los restos mezclados y enterrados en fosas comunes", añadía. Guerriero asegura que se trata de un acto de reparación importante en los procesos de justicia transicional.