Una profesora zanja el debate sobre los cuadernos de verano para niños: "Soy partidaria de la libertad"
Pilar Montero asegura que solo deberían hacer deberes los niños que requieran refuerzo por haber suspendido

Una profesora zanja el debate sobre los cuadernos de verano para niños: "Soy partidaria de la libertad"
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El verano es para descansar y desconectar de la rutina. No hay fines de semana para aquellos que disfrutan de largas vacaciones y pierden la noción del paso del tiempo y de los días. No cabe duda de que los niños y estudiantes son los más beneficiados de esta época del año, pues aún pueden contar con un parón de los estudios de hasta tres meses.
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Sin embargo, en ocasiones, una temporada que debería ser para los helados, la playa, la piscina y los crucigramas, los pequeños viven atormentados por los famosos cuadernillos de verano para repasar las sumas y las restas, la caligrafía, la ortografía o la geografía. Unas tareas impuestas que pueden llegar a aguar el verano a más de uno.
Para zanjar el debate sobre si es recomendable o no mandar deberes a los niños, en El Faro han charlado con Pilar Montero, docente durante más de 40 años, directora de instituto y asesora del Ministerio de Educación, además de autora del libro ¡Está ardiendo una papelera!. La experta recuerda, de hecho, que ya en su época no tuvo que hacer deberes de verano. Cuando disfrutaba de los largos meses de verano, se iba al pueblo y pasaba largas horas dando vuelta con la bicicleta. "No teníamos cuadernos, sobre todo las que sacábamos buenas notas, no teníamos deberes que hacer", recuerda.
Y es que, contrario a lo que muchos padres puedan pensar, la educadora aboga por la "libertad" durante las vacaciones, asegurando que parar, al igual que para los adultos, también es bueno para los niños. "A los buenos alumnos, les vienen solos las ganas de leer y de hacer actividades. Solo los que han suspendido son los que tienen que hacer algo para recuperar", señalaba Pilar Montero, animando a las familias que permitan "desconectar" a sus hijos.
La educadora anima a los alumnos que hagan cosas que les resulten divertidas, como puede ser leer, hacer cálculos matemáticos o hacer un diario, según la preferencia de cada uno. Aun así, recuerda que los responsables de mirar por los niños durante el verano son los padres, por lo que deja en sus manos decidir "que les conviene o no les conviene".




