La historia de Augusto, el primer 'niño fantasma' en España
Un relato del siglo VI revela una aparición infantil en un convento de Mérida

La historia de Augusto, el primer 'niño fantasma' en España
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Un reciente hallazgo arqueológico en Mérida ha reavivado una de las historias más enigmáticas del cristianismo primitivo en la península ibérica. Se trata del relato de Augusto, un niño huérfano que vivía en un convento en el siglo VI y cuya muerte dio origen a lo que podría considerarse la primera aparición documentada de un "niño fantasma" en España.
Esta historia fue rescatada del olvido en el programa Ser Historia de la SER, donde se abordó el contexto histórico y espiritual de este singular episodio recogido en antiguos textos hagiográficos. El relato, transmitido por el archidiácono Paul y conservado en un manuscrito del siglo VI, ha cobrado nueva vida gracias a las investigaciones arqueológicas actuales.
Las excavaciones, dirigidas por un equipo de arqueólogos e historiadores especializados en la Antigüedad Tardía, han permitido identificar con precisión varios lugares mencionados en esos textos, como las tumbas del diácono Emeterio y de Eleuterio. Estos descubrimientos no solo confirman la veracidad de algunos pasajes de la Vita Sanctorum Patrum Emeretensium (Vida de los Santos Padres de Mérida), sino que también aportan una dimensión tangible a relatos que durante siglos se consideraron meramente legendarios.
Uno de los episodios más sobrecogedores es el de Augusto, un niño que vivía en el convento anexo a la iglesia de la Virgen Eulalia, patrona de Mérida. En aquella época, los conventos no solo eran centros religiosos, sino también lugares de acogida para huérfanos y niños pobres, que eran educados por los monjes en la vida espiritual y en las letras.
Una noche, Augusto falleció repentinamente. Como era costumbre, y debido a la imposibilidad de realizar entierros nocturnos, su cuerpo fue dejado en su lecho hasta la mañana siguiente. Sin embargo, esa misma noche, varios niños del convento afirmaron haber escuchado su voz llamándolos por su nombre. Uno de ellos, Veraniano, venció el miedo y siguió la voz hasta el patio del convento. Allí, bajo la luz de la luna, vio la figura de su amigo, pálido y silencioso. Aunque no comprendió del todo lo que veía, el miedo lo invadió y huyó.
Un testimonio entre la fe y lo sobrenatural
Para los investigadores, la historia de Augusto no solo tiene valor como curiosidad histórica o leyenda piadosa. Representa un testimonio temprano de cómo las comunidades cristianas de la Hispania visigoda interpretaban la muerte, el más allá y la posibilidad de comunicación entre vivos y difuntos. En un contexto donde la fe y lo sobrenatural convivían estrechamente, este tipo de relatos servían para reforzar la espiritualidad y la cohesión de la comunidad.
Además, el hecho de que el protagonista sea un niño añade una dimensión emocional y simbólica poderosa. La figura del "niño fantasma" no es común en la literatura cristiana primitiva, lo que convierte este relato en un caso excepcional dentro del corpus hagiográfico europeo.




