El western que emocionó al Papa Juan Pablo II

Cuando el Papa Juan Pablo II confesó que su música favorita era la banda sonora de Bailando con lobos, muchos se sorprendieron. No era una obra sacra ni una pieza clásica, sino la partitura de una película del oeste. Pero para él, aquella música compuesta por John Barry tenía algo especial: una espiritualidad profunda, una conexión con lo humano, con lo sagrado, con la transformación interior.

Esta revelación fue compartida en el programa Sucedió una noche, de la SER. Allí se explicó cómo el pontífice encontraba en la película y su música una fuente de inspiración espiritual, destacando su mensaje de valores humanos y religiosos. La frase del protagonista, "Cada día aquí parece acabar con un milagro, y sea quien sea Dios, le doy gracias por este día", resonaba profundamente con su visión del mundo.

La película, dirigida y protagonizada por Kevin Costner, cuenta la historia del teniente John J. Dunbar, un soldado que, tras la guerra de Secesión, es destinado a un remoto puesto fronterizo. Allí, lejos del mundo que conocía, entra en contacto con una tribu sioux. Lo que comienza como una misión militar se convierte en un viaje de descubrimiento personal, de respeto por otras culturas y de reconciliación con la naturaleza.

Costner quería una banda sonora épica, al estilo de los grandes westerns clásicos. Pero John Barry, tras leer el guion, propuso algo distinto: una música que naciera del alma del protagonista, que reflejara su nobleza y su evolución. El resultado fue una partitura que no solo acompañaba la historia, sino que la elevaba. "Bailando con lobos es una película sobre el final del oeste", explicó Barry. "Hay un diálogo entre el mayor y Dunbar que lo resume todo: 'Siempre he deseado ver la frontera. Desea ver la frontera. Sí, señor, antes de que no exista'. Esa es la llave que explica de qué va todo".

La música le valió a Barry su quinto Óscar y marcó su regreso a la vida profesional tras años de enfermedad. Una sustancia tóxica le había dañado gravemente el esófago, y su recuperación fue tan milagrosa como la historia que ayudó a contar. En agradecimiento, dedicó el disco de la banda sonora a los tres médicos que le salvaron la vida.

La película fue un éxito rotundo: ganó siete Premios Óscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Director y Mejor Banda Sonora. También se convirtió en el western más taquillero de la historia hasta ese momento.