Mar Gómez, meteoróloga, sobre la temperatura del Mar Mediterráneo este verano: "No tiene precedentes"
Pablo Tallón entrevista a la experta en clima sobre qué hay detrás de los fenómenos meteorológicos extremos
Mar Gómez
Mar Gómez "culpa" al ser humano de los fenómenos meteorológicos extremos de cada verano: las tormentas, el granizo, los vientos huracanados o las olas de calor que sorprenden cada periodo estival y que destrozan campos, cancelan festivales o desalojan playas. Para la meteoróloga, "las tormentas son más severas y tenemos olas de calor más intensas, y más frecuentes que las que teníamos cuando éramos más pequeños".
"Estamos viviendo un momento de muchos fenómenos meteorológicos muy extremos", ha insistido Gómez, y el tiempo, según la experta, "se ha vuelto un poco loco relacionado con la actividad humana y todo el calentamiento global que estamos teniendo".
Las tormentas de verano es algo que siempre hemos tenido, pero lo cierto es que cada verano son más extremas: "La descarga de agua es mucho mayor y el pedrisco es mucho más grande", ha confirmado. Algo que tiene mucho que ver con la temperatura: "Necesitamos un mecanismo que eleve el aire y en este caso es el calor, el aire cálido es mucho más ligero, menos denso, asciende y da lugar a la formación de tormentas", ha explicado.
"En la medida que tenemos más calor en nuestro atmósfera, tenemos más vapor de agua, eso significa que hay más humedad, más disponibilidad para que se formen nubes más poderosas, para que haya más precipitación y para que esas lluvias sean más intensas", ha continuado Gómez.
El aumento constante de la temperatura del Mar Mediterráneo, no ayuda: "Este verano pues hemos registrado anomalías de más de 7 grados en algunos puntos. Es una barbaridad, 7 grados por encima de la media es algo que no tiene precedentes".
Y esto, tiene consecuencias importantes: "El Mediterráneo es como una olla a presión en la que tenemos ese calor que cuando entra un poquito de aire frío en altura se crea un perfil muy inestable y se generan esas tormentas tan severas que descargan esas cantidades de agua".
Alguien podría pensar que esas descargas enormes de agua podrían ayudar a reducir la sequía, pero no es correcto pensar que estos fenómenos ayudan a hidratar la tierra: "es un error porque normalmente estas cantidades de agua descargan una gran cantidad, que no tiene por qué caer en el embalse donde nos viene bien que se recolecte ese agua", ha matizado Gómez.
